"Anne Hathaway es una feminista y tiene una dentadura perfecta. Guardemos la negatividad para aquellos que no están adelantando nuestra causa". Lo decía Lena Dunham en un tuit hace más de dos años, en pleno debate sobre el "Hatahate", ese odio irracional y virulento que se ha practicado en Internet hacia la actriz de 'El diablo viste de Prada'. Precisamente un tema que entronca con el terremoto feminista en el que se está convirtiendo esta década en cuyo ecuador ya nos encontramos.
Puede que los 2010 sean recordados en el futuro como la década en la que, por fin, el feminismo alcanzó a las masas como objeto de debate y preocupación social. También la transexualidad, pero sospecho que están muy relacionados. Ahora mismo se ve en las redes sociales (el espejo deformador de la sociedad, en el que se hinchan y se desinflan partes de nosotros mismos como una ilusión óptico-demográfica), y se siente como una lucha, un conflicto constante. Alguien dice o hace algo, otro alguien lo interpreta desde una perspectiva crítica/feminista, otros muchos encienden sus antorchas y las arrojan contra este último. Vuelta a empezar.
Por eso la reivindicación de Dunham es tan certera, y por eso me ha recordado a la que es sin lugar a dudas la serie del verano en EEUU (y alrededores) y aspira a ser uno de los descubrimientos del año. Hay que leer la primera temporada de UnREAL, que acabó con su décimo capítulo en la cadena Lifetime hace una semana, como un producto de su tiempo.
Buena televisión
Hay quien prefiera quedarse en la superficie, y en este caso es muy fácil. 'UnREAL' trata de los tejemanejes que se esconden tras la producción del reality más exitoso de Hollywood: 'Everlasting', inspirado muy fielmente en el programa real 'The Bachelor', una especie de 'Un príncipe para Corina' pero al revés en el que un puñado de mujeres se disputan el amor de un apuesto soltero delante de todo el país.
Nuestras protagonistas son Rachel y Quinn, productora y jefa de producción del reality y talentosas artífices de las tramas y giros de guion que todo buen programa de televisión necesita. Y esto lo consiguen con el arte de la manipulación, el embuste y el chantaje. Ellas dos, unos cuantos compañeros con menos aptitudes para tales efectos, y hasta los propios concursantes del programa, cada uno con sus motivaciones propias, se zambullirán en una orgía de traiciones, pactos, sexo, mentiras y vídeos digitales que han enganchado al público y a la crítica. Como diría la propia Quinn, reina del caos que es el rodaje de 'Everlasting', ¡es buena televisión!
'UnREAL', que tendrá segunda temporada, son tres series en una. Primero te engancha con su espíritu de soap opera, de culebrón, después te arrincona con la construcción típica del reality-concurso, que a veces fagocita a la propia ficción en un discurso metatelevisivo... y al final te la mete por detrás con su fondo, personajes y aspiraciones más propias de una compleja serie de la HBO que de una apuesta ligerita de verano procedente de la cadena especializada en frívolos telefilmes de manual que es Lifetime.
Un caballo de Troya
Y ahí está su fuerza. Así es como un producto que podría haber pasado desapercibido ha ganado esta relevancia. Igual que la perfecta dentadura de Anne Hathaway, UnREAL es un envoltorio perfecto para el caramelito feminista que nadie esperaba tomar. Y esto se entiende conociendo a las madres de la criatura, Marti Noxon y Sarah Gretrude Shapiro, que tuvieron, según sus palabras, carta blanca por parte de la cadena para hacer lo que quisieran de la serie.
La madre de Noxon, que ha trabajado en series como 'Buffy, cazavampiros', 'Mad Men' y 'Anatomía de Grey', era una lesbiana feminista que pensaba que depilarse las piernas era doblegarse al patriarcado. Shapiro trabajó en 'The Bachelor', el reality en el que se inspira la serie, durante siete años, y cuando quiso romper su contrato con la productora tuvo que recurrir a una amenaza de autolesión. Ahí está el cóctel de drama potente y compromiso, y la posibilidad para empezar a trabajar desde dentro del sistema. Y eso han hecho.
La televisión de la última década está llena de personajes feministas (gana de goleada al cine comercial): desde Nancy Botwin de 'Weeds' hasta Peggy Olson de 'Mad Men' pasando por la ola de humoristas que están haciendo implosionar la figura de la mujer con su poco respeto hacia cualquier convención e incluso tabú (Tina Fey, Sarah Silverman, Amy Schumer, las chicas de 'Broad City').
Pero UnREAL está reflexionando sobre el papel de la(s) mujer(es), y de las infinitas aristas que pueden tener. Adictas al trabajo, expertas manipuladoras, inestables mentales previamente maltratadas, lesbianas en el armario, personajes que podrían quedarse en el cliché más zafio y sin embargo resurgen complejos, llenos de matices y con aspiraciones y defectos que en la mayor parte de los casos sólo hemos visto en antihéroes masculinos. Y lo hace en una cadena y para un público que poco ha oído hablar de la faceta más provocativa y progresista de Fey, Silverman o Schumer.
Como decía, hay quien se quedará en la superficie, pero el meta-reality ficcionado (o la ficción meta-realista) que han creado Noxon y Shapiro es el caballo de Troya definitivo. Ese que, entre cat-fights y torsos musculados, está implantando unas ideas en su cabeza. Quizá la próxima vez que vayan a encender una antorcha, se piensen dos veces en qué dirección arrojarla.