Nacido en 1939 en Cleveland, Ohio, siendo un treintañero Wes Craven se convirtió en una de las figuras a tener en cuenta dentro del panorama del cine de terror. Desde su debut en 'La última casa a la izquierda', producida por Sean S. Cunningham (quien años más tarde sería el artífice de 'Viernes 13'), su debut cinematográfico se convertía en título de culto y film abanderado del American Gothic.
Con ella nació el Craven director, quien pronto pasaría a ser figura clave del cine de horror moderno, de cineastas que, como él, habían empezado a despuntar durante la década de 1970. Considerado como una de "Las Tres C's del Terror Moderno" junto a David Cronenberg y John Carpenter, nunca está de más recordar que los ochenta fueron, en parte, suyos.
Una década en la que tocó la temática de las sectas ('Bendición mortal'), los robots ('Amiga mortal'), los zombis ('La serpiente y el arco iris'), e incluso se atrevió con los antihéroes en una adaptación de DC Comics ('La cosa del pantano'). Pero sin lugar a dudas, su máxima aportación a la galería fue la creación de Freddy Krueger para 'Pesadilla en Elm Street', la primera de una de las sagas de terror adolescente más famosas de finales del siglo XX.
Consciencia de género
A principios de los noventa, continuó asustando con 'El sótano del miedo' y algunos trabajos para televisión. Después explotó la autoparodia en el cine de terror con 'Un vampiro suelto en Brooklyn' y se volvió absolutamente meta en 'La nueva pesadilla de Wes Craven'.
Sumando la parodia y el ejercicio metacinéfilo, en 1996 revolucionó el género (una vez más) con 'Scream. Vigila quién llama', título que contó con tres secuelas y que generó un remake/reboot en formato de serie, 'Scream'.
Habiendo hecho sus pinitos en el drama ('Música del corazón'), ya en los 2000 se atrevió con el cine de hombres-lobo ('La maldición (Cursed)'), el thriller puro y duro ('Vuelo nocturno') y lo intentó de nuevo en el slasher sobrenatural ('Almas condenadas'), aunque sin mucho éxito.
Pese a los altibajos en su filmografía, la figura de Wes Craven siempre será recordada por las veces que consiguió renovar el cine de terror, es por ello que desde aquí repasamos esos ejemplos que pasarán a la historia del cine de género, pese a quien pese.
Las 6 veces que Wes Craven renovó el cine de terror
'La última casa a la izquierda'
Rodada con un presupuesto de 87.000 dólares, 'La última casa a la izquierda' continúa siendo considerada a día de hoy como una de las películas más sórdidas que se han rodado. Pese a la falta de medios y a que el paso de los años ha hecho un poco de mella en ella, su estatus de horror puro y duro sentó cátedra y pasó a ser ejemplo harto imitado.
Producida por Sean S. Cunningham e inspirada en 'El manantial de la doncella' de Ingmar Bergman, cuenta como dos adolescentes, Mari Collingwood (Sandra Cassel) y Phylis (Lucy Grantham) que se dirigen a un concierto en la ciudad, son raptadas y violadas por tres maníacos. Por cosas del cruel destino, cuando están huyendo los agresores van a parar a casa de los Collingwood. La venganza de los progenitores de la joven será brutal.
Prohibida en varios países y catalogada como Video Nasty por la BBFC (British Board of Film Classification), fue censurada y hasta retirada del mercado en algunos países (en Inglaterra, la versión sin censura no se distribuyó hasta 2008).
Un debut impresionante el de Wes Craven, de aquellos que dejan el sello de marca de la casa y que se convirtió en título insignia de las películas "rape & revenge" junto a 'I spit on your grave', que aquí se tituló 'La violencia del sexo'.
En 2009 tuvo un notable remake, 'La última casa a la izquierda', producido por los propios Craven y Cunnigham y dirigido por Dennis Iliadis.
'Las colinas tienen ojos'
Segunda película de Wes Craven, la cual estrenó cinco años después de su debut, y segundo título de culto en su filmografía.
Pese a no ser una de las mejores películas de la época, 'Las colinas tienen ojos', con todos sus defectos y virtudes, se convierte en ejemplo clave del American Gothic, pues Craven apuesta por el terror rural, criticando la hipocresía de la quimera que supone el sueño americano, del mismo modo en que ya había dejado ver en 'La última casa a la izquierda'.
Como en 'La matanza de Texas' de Tobe Hooper, estrenada tres años antes, la figura del redneck se convierte en el brazo castigador de la sociedad a la vez que deconstruye el estereotipo de la familia americana, y Wes Craven lo hace enfrentando la modernidad (la familia) con lo obsoleto (el clan) en un festín de mala baba, canibalismo y con lectura política al pánico a la amenaza nuclear, representada en la figura de Plutón, interpretado por Michael Berryman, quien por su aspecto físico pasaría a convertirse en un habitual del terror de serie B.
En 2006, el propio Craven produjo un remake, 'Las colinas tienen ojos (2006)', que dirigido por Alexandre Aja, mejoraba ciertos aspectos del guion del film original y le otorgaba una dosis de visceralidad y violencia que ha llegado incluso a superar el nivel del título de 1977.
'Pesadilla en Elm Street'
Título clave del terror ochentero e iniciadora de una de las tres sagas más importantes del slasher (junto a 'Halloween' y 'Viernes 13'), 'Pesadilla en Elm Street' fue el primer gran éxito de New Line en lo que a cine de terror se refiere.
Rodada con 1'8 millones de presupuesto y suponiendo un gran éxito en taquilla (recaudó más de 25'5), la novena película de Wes Craven nos trajo a una de las figuras más míticas del horror contemporáneo: Freddy Krueger, eterno Robert Englund con el rostro desfigurado por el fuego y cuyo jersey a rayas, sombrero y guante de cuchillas jamás olvidaremos.
La historia nos lleva hasta la calle Elm de Springwood, donde los jóvenes empiezan a morir a manos de una siniestra figura que responde al nombre de Fred Krueger. El problema es que el tal Krueger murió hace años en un incendio a manos de los padres de la localidad, quienes descubrieron que había matado a unos niños y que juró venganza. Ahora ha regresado y deambula en un mundo en el que es el rey y desde donde puede matar sin problemas: el de los sueños.
Para el guion, escrito por el propio Craven, el realizador se inspiró en varios artículos publicados en Los Angeles Time, donde se explicaba cómo varios hombres habían muerto de forma súbita mientras dormían.
'Pesadilla en Elm Street' fue la primera de una saga de películas que contó con seis secuelas (la última de ellas, dirigida por Craven), un crossover con otro infame psicópata del celuloide, Jason Voorhees ('Freddy contra Jason') y un remake, 'Pesadilla en Elm Street: El origen' con Jackie Earle Haley en el papel de Krueger y que todos preferimos olvidar.
'La nueva pesadilla de Wes Craven'
10 años después de la primera 'Pesadilla en Elm Street', y habiendo rodado varios títulos más cercanos a la serie B que al horror más comercial, Wes Craven regresaba a la saga que él mismo había iniciado.
Tres años antes, habíamos asistido a lo que parecía ser la definitiva muerte de Freddy en, 'Pesadilla final: La muerte de Freddy', en la que el demoníaco psicópata se iba al Infierno ¿para siempre?
Para el regreso de Craven a los mandos, el realizador escribió un guion en el que le daba una vuelta de tuerca al mito, siendo esta vez los propios actores que interpretaron a los protagonistas de la primera entrega los que soñarán con Freddy Krueger.
En un ejercicio de metacine más que destacable y haciendo a su vez una especie de catarsis entorno al estatus del lobby hollywoodiense, 'La nueva pesadilla de Wes Craven' juega a ser un título de horror "veraz" a la vez que es una sátira del show business, donde el propio realizador se interpreta a sí mismo y Heather Langenkamp deja a un lado su papel de Nancy para ser la misma Heather Langenkamp asediada por la terrorífica figura de un demonio que ha adoptado la imagen de Freddy Krueger, convirtiéndose en una amenaza más real que nunca.
Título de culto a rescatar bastante menospreciado por muchos amantes de la saga por aquello de que no es fiel a la mitología del personaje, pero cabe tenerla en cuenta como ejercicio metacinéfilo y satírico sobre Hollywood, algo que Craven repetiría en 'Scream 3'.
'Scream. Vigila quién llama'
Con ella llegó la revolución. Y es que a 'Scream. Vigila quién llama' le debemos el resurgir del slasher de finales de los años noventa, ya que gracias a ella nos llegaron títulos como 'Sé lo que hicisteis el último verano', 'Leyenda Urbana' y un sinfín de derivados.
Wes Craven formó equipo con Kevin Williamson, guionista de la película, para plasmar una sátira sobre el propio cine slasher que a su vez era una película slasher que homenajeaba a los clásicos del género. Desde el hecho de matar a la estrella del casting como Alfred Hitchcock hizo con Janet Leigh en 'Psicosis', convirtiendo así a Drew Barrymore en scream queen por motu propio (toda su secuencia sigue siendo, muchos después, sobrecogedora); hasta la inteligencia de un guion que no pretendía tomarle el pelo al espectador, sino dialogar con él y convertirle en jugador conocedor de las reglas del género, son muchos los factores que catapultaron al éxito instantáneo a 'Scream', que reformuló su idea para criticar las secuelas del cine de terror en 'Scream 2', se rió de sí misma y de todo Hollywood en 'Scream 3' e incluso transmutó en una suerte de pseudo-remake en el que ponía el ojo sobre la manía remakeadora de la industria en 'Scream 4'.
'Scream 4'
Pese a haberla rodado cuatro años antes de su triste fallecimiento, no es descabellado entender 'Scream 4' como el film testamentario de Wes Craven.
Secuela un tanto tardía de su gran saga (él firmó las cuatro entregas, a diferencia de 'Pesadilla en Elm Street', de la que solamente dirigió dos e incluso se desligó como productor -excepto en la tercera parte-), para ella regresaba Kevin Williamson como guionista, ausente en 'Scream 3', y creó una especie de símil de 'Scream. Vigila quién llama' para las nuevas generaciones.
En ella, Craven reflexiona desde el primer minuto sobre la cuestión cinematográfica y el horror, y tras haber satirizado al género, a las secuelas, a las trilogías y a Hollywood entero, ahora lo hacía poniendo el punto de mira en una de las últimas tendencias: el remake.
Las redes sociales, los nuevos hábitos de consumo de los adolescentes y los fenómenos fan viralizados se dan la mano en una cuarta parte que hace introspección en sus orígenes como saga, toma los elementos claves para satisfacer la nostalgia pertinente, y regurgita un conglomerado de buenas ideas plasmadas con su tónica humorística, presente en toda su filmografía.
Seguramente, no hay mejor despedida cinematográfica que esta.