Dirigida por el francés Pierre Morel, guionizada por Luc Besson y Robert Mark Kamen, y protagonizada por Liam Neeson, Famke Janssen, Maggie Grace, Holly Valance, Goran Kostic, Katie Cassidy y Olivier Rabourdin, 'Venganza' (Taken) narra la historia de un espía retirado que debe volver a la acción para tratar de salvar a su hija, raptada a su llegada a París y forzada a ejercer la prostitución por un grupo de criminales albanos.
A pesar de que bien pudiera parecer lo contrario, los ejercicios de vendetta u ojo por ojo por parte del ciudadano medio no han quedado anclados en los tiempos de Charles Bronson. Por contra, no pocos títulos han sido estrenados en nuestras carteleras en estos últimos tiempos, ya sea revisitando dicho subgénero sin mayores pretensiones, o tratando de dar una nueva vuelta de tuerca a la temática.
Títulos como 'La extraña que hay en ti', de Neil Jordan o 'Sentencia de muerte', de James Wan, son un claro ejemplo de ello, a la par que un buen exponente de ambas intenciones.
No sin mi hija
Por su parte, 'Venganza' se aproxima más al prototipo de americanada efectista que a cualquier atisbo de transgresión u originalidad, matizando un entramado que poco se diferencia del 'Commando' protagonizado por Arnold Schwarzenegger a base de una cámara típica del cine de Michael Mann o incluso de las entregas de Bourne dirigidas por Paul Greengrass.
Como decíamos, tanto la premisa inicial de 'Venganza' como bastantes de sus resoluciones son simplemente risibles, con un Liam Neeson más propio de los estereotipos setenteros de justicia popular encarnados en personajes como Paul Kersey y Harry Kallahan, que de una película del siglo XXI. A pesar de ello, y exceptuando unos primeros veinte minutos introductorios que rozan la vergüenza ajena, 'Venganza' remonta el vuelo a base de efectismos y de una explícita violencia algo desmesurada que, por contra, nunca llega a salpicar al espectador.
Lecturas subliminales aparte, 'Venganza' es un simple y entretenido ejercicio de acción en estado puro, que suple sus carencias de presupuesto con una ambientación predominantemente oscura y una cámara inquieta e impúdica a la hora de mostrar la violencia, principal atractivo de esta cinta que, bajo cualquier otro prisma que no sea el del mero entertainment, deja aflorar una buena cantidad de carencias que la convierten en un producto tan prescindible como obsoleto.
Sin duda alguna, dicha pátina de cutrez inherente queda manifiesta en unos perosnajes tremendamente arquetípicos a la par que en unas interpretaciones bastante lamentables, a excepción quizá de un estoico y expeditivo Liam Neeson, y que, por contra, tienen en el poco creíble papel de Maggie Grace un claro reflejo de la verdadera calidad de la película.
Así y todo, se deja ver si uno no piensa demasiado en ello.