'Verónica': Así informaba Antena 3 del auténtico Caso Vallecas en los años 90

'El habitante incierto', debut en el largometraje de Guillem Morales, responsable también del guión, juega el papel de joya escondida dentro del género de terror español de los últimos años. ¿Sus herramientas? Una casa de poco más de 500 metros, un tipo con el corazón roto y un extraño.

Elementos mínimos con los que Morales construye una cinta suspendida permanentemente en un estado de tensión e intriga total, manejando con mimo los giros que la historia guarda como pequeños tesoros y aumentando las dosis de misterio hasta que la conclusión se demuestra perfecta en sus intenciones de generar debate y conversación posterior. Una estupenda ópera prima que encontró su versión más comercial y perezosa con la siguiente película del director, la inferior 'Los ojos de Julia'.

Con el inesperado regreso el pasado año 2007 de una renovada 'Historias para no dormir', clásico televisivo absoluto del maestro Narciso Ibáñez Serrador, llegaba también 'La habitación del niño', la primera y única, hasta la fecha, propuesta de terror firmada por Álex de la Iglesia. Un cineasta único y genial al que deberíamos estar dando el follón día sí y día también para que regresara al género. Y es que con esta historia apasionante llena de giros tan complejos como terroríficos, el director vasco entregaba un auténtico festín de sobresaltos, personajes perturbados y misteriosos, intriga, atmósfera y, por supuesto, miedo en estado puro. Ojalá no quede como una brillante anécdota dentro de su trayectoria. Cruzamos dedos.

Pese a que 'El laberinto del Fauno' vendría a ser algo así como una hermana mayor más lista, guapa, simpática e interesante que 'El espinazo del diablo', estaríamos cometiendo un error si desechamos a las primeras de cambio una película tan interesante, compleja y repleta de matices como la que facturó Guillermo del Toro en 2001.

Una entrada por la puerta grande a un cine español que recibió con los brazos abiertos el talento, la personalidad y el sello de autor de un cineasta mexicano que demostró conocer muy bien nuestros entresijos más dolorosos, abriendo los siempre temidos cajones de la Guerra Civil a través del terror más emotivo. Sí, era posible. Y aquí está un deslumbrante ejemplo al que el tiempo, después de la fría respuesta que obtuvo tras su estreno, ha sabido ubicar en el lugar que merece. El de las películas de terror españolas más interesantes de los últimos años.

Las dos películas dirigidas por Jaume Balagueró antes y después de la estupenda 'Darkness', es decir, 'Los sin nombre' y 'Frágiles', respectivamente, podrían haber formado parte perfectamente de este especial. De hecho, se podrían ver como tres lados de un mismo espejo en el que se refleja el siempre estimulante universo creativo del director, repleto de personajes que van más allá del estereotipo, homenajes llenos de admiración y respeto a grandes clásicos del género y, por supuesto, historias con el suficiente número de sustos y giros sorprendentes como para mantener la atención del espectador durante los minutos que hagan falta.

En este sentido, nos hemos decidido por 'Darkness' precisamente por su trama, capaz de escapar de los lugares comunes para ofrecer algo nuevo, distinto, sin perder de vista el terror más tradicional y reconocible. Una historia que Balagueró narra con pulso firme, decidido, y a la que, además, consigue poner un punto y final a la altura de las expectativas. Todo bien.

Auténtico referente dentro del cine de terror español, Jaume Balagueró, presente por partida triple en este especial, alcanzó una envidiable madurez narrativa con 'Mientras duermes', la que es, con toda probabilidad, la película más sobresaliente hasta la fecha dentro su interesante filmografía. Y coincide, además, con la curiosidad de que se trata también de su propuesta más sobria, elegante y clásica.

Un trabajo marcado por las distancias cortas, las miradas inolvidables, penetrantes y enigmáticas, de un inmenso Luis Tosar, quien ofrece un auténtico recital aprovechando un personaje que desprende aroma a caramelo para cualquier actor. A su lado, una sufridora Marta Etura se encarga de reflejar en pantalla las sensaciones que el espectador está sintiendo en la butaca, es decir, la intriga, el misterio, los nervios acariciando siempre la espalda. Una más que notable experiencia cinematográfica que crece con los visionados. Inagotable.

Alejandro Amenábar conseguía con su tercera película, 'Los Otros', confirmar lo que 'Tesis' y, en menor medida, 'Abre los ojos', ya nos dejaban intuir.

Aquí había algo más que un director interesante, estábamos ante la presencia de un cineasta genial, un maestro del suspense y la intriga, un malabarista del terror, del grito y el susto medido a la perfección, de la atmósfera y los personajes oscuros, complejos, perturbadores. En este caso, además, le acompañaba una soberbia Nicole Kidman que aprovechaba cada plano para expandir su talento de una manera absolutamente hipnótica. Un lujo más dentro de una película tan impecable como terrorífica.

Hay sagas que se entenderían mucho mejor si pensáramos en ellas en forma de juguetes. Divertimentos en los que sus creadores depositan todas sus influencias y pasiones, pasatiempos desde los que se rinde tributo a aquellas películas que convirtieron a un consumidor salvaje de cine en creador. En el terreno patrio, pocas franquicias ejemplifican de manera tan precisa esta naturaleza de homenaje continuo como a la que dan forma las cuatro entregas, hasta la fecha, de '[REC]'.

Nacida en 2007 con una primera entrega que dinamitó expectativas, convertida en referente del género de terror popular a nivel global, llegaba a su (supuesto) capítulo final en un estado de forma impecable tras dos secuelas que no solamente aguantaron el tipo sino que elevaron el listón a base de sentido del espectáculo y dosis extra de humor, especialmente '[REC] 3', la más divertida, la más sorprendente, la más valiente. En definitiva, cuatro cintas completamente diferentes entre sí que se complementaban a la perfección. Historia del género.

Existe una regla no escrita en el género del terror que subraya la necesidad de sugerir más que mostrar, de que menos, casi siempre, es más. La magia del momento se produce cuando ese "algo" desconocido estalla, cuando nuestro protagonista abre una puerta sin saber lo que hay tras ella o cuando la respiración se queda suspendida en el aire. Sí, es efímero, pero la intriga que hemos sentido es lo que realmente buscamos. En este sentido, 'El orfanato' conseguía este propósito de manera sobresaliente.

Un logro por el que había que felicitar, especialmente, a Juan Antonio Bayona, director que debutaba con esta historia que agarraba al espectador y no lo soltaba a lo largo de cien minutos de puro suspense. Apadrinado por Guillermo del Toro, Bayona saltaba a la gran pantalla tras forjarse un nombre en el mundo del cortometraje y los videoclips, consiguiendo que más de cuatro millones de personas le recibieran a lo grande en la taquilla. Un éxito tan abrumador como merecido que, junto al respaldo unánime de la crítica y la industria, convirtieron a 'El orfanato' en un clásico contemporáneo del cine de terror español.

En el mundo del cine, arte obsesionado por todo lo que rime con el verbo innovar, existen una serie de directores que siguen defendiendo una manera diferente de narrar historias, convertidos en una especie de cuentacuentos que, de igual forma, intentan traspasar la pantalla a través de elementos tangibles, consiguiendo que el espectador se sienta una pieza más en el tablero de juego. Guillermo del Toro, uno de esos directores de personalidad indiscutible, autores en fondo y forma, elevó a magistral este modelo en su cima, 'El laberinto del Fauno', coproducción entre España y México que consiguió entusiasmar a crítica y público hasta terminar convertida en un auténtico clásico.

Y no es de extrañar, estamos ante una monumento cinematográfico capaz de poner los pelos de punta y hacernos llorar de pura emoción en el que todos los géneros que se dan cita, desde el terror a la fantasía, pasando por el drama y sumando incluso elementos bélicos, se combinan de una forma excelsa. En definitiva, una obra maestra de inicio a fin.