Shyamalan revolucionó el cine de terror a principios de los 2000 con un efectivo giro de guión que marcó a la cultura pop. En el epílogo de 'El sexto sentido' Bruce Willis y el público descubrían que el protagonista había estado muerto desde el principio, un factor añadido a los sustos y la conseguida atmósfera de la película. Pero lo que hace que el primer largometraje a lo grande del controvertido autor se mantenga a través de los posteriores visionados es la historia de fondo. Es una reflexión sobre la incomunicación entre una madre y su hijo, un niño que soporta con resignación la soledad y además resulta que ve fantasmas allá por donde pasa.
En su última película, Paco Plaza cuenta la historia de Verónica, una adolescente que tras juguetear con un tablero de ouija recibe la visita de un demonio que le hará la vida imposible, a ella y a sus tres hermanos pequeños con los que pasa todo el día sola en casa. Con un padre muerto y una madre que trabaja todo el día llevando ella sola el bar familiar, la ya no tan niña recibe sin pedirlo el rol de niñera, criada, cocinera y lo que le echen.
Es una situación que Plaza y su coguionista Fernando Navarro aprovechan para hacernos empatizar desde el principio con la protagonista, ayudado por la entrega y naturalidad de los cuatro intérpretes, Sandra Escacena y los pequeños Bruna González, Claudia Placer e Iván Chavero. Los hermanos viven situaciones cotidianas que aligeran el tono sombrío de la cinta y además los convierten en el corazón de la historia.
Pero esta circunstancia es mucho más que un contexto o un fondo de color para una de las mejores películas españolas de terror de esta década. Es también el drama añadido que, como ocurría con 'El sexto sentido', hará trascender a 'Verónica' más allá de los sustos y los giros de guión.
La soledad de la niñez y la falta de comunicación, y también de herramientas para entenderla, han sido siempre recursos muy útiles para el género de miedo. Ya sea el niño visto como amenaza incomprendida o, como en este caso, intentando el director ponerse en el lugar del infante. En España nos está saliendo muy bien mirar desde los ojos de los críos: 'Un monstruo viene a verme' y 'Verano 1993' triunfan sonoramente en ello, y Guillermo del Toro hizo lo propio con 'El espinazo del diablo' y 'El laberinto del Fauno'. Amenábar también conseguía su mejor película, 'Los otros', por este camino y explorando esa incomunicación comentada.
Paco Plaza se une a la lista con su particular estilo, mezcla de costumbrismo realista y terror tradicional. Gracias también a la nostalgia noventera (aquí bien entendida, es decir, más como envoltorio que como contenido), mediante una ambientación magistral que debería valerle el Goya a su encargado de arte, Javier Alvariño, que también transciende el género y se convierte en una razón por sí misma para disfrutar del conjunto.
Pero incluso todo ello es finalmente secundario ante la tragedia central que envuelve a la pobre Verónica: la soledad más absoluta. Es caldo de cultivo perfecto para las situaciones terroríficas que la asolan, pero también el motivo por el que esta niña podría estar volviéndose loca. Ignorada por su agotada madre (Ana Torrent), que no puede abandonar el bar ni ve la razón para hacerlo, y explotada por la inocente inutilidad de sus hermanos.
"Mamá, cuando tú estás no viene", le grita Verónica a los oídos sordos de su madre, pidiendo auxilio un poco ante los monstruos que la acechan y también ante la injusta situación de desbordante responsabilidad a la que ningún niño debería verse sometido.
Entre susto y susto, hay tres momentos que me rompen el corazón sobre los demás. Aquellos en los que Verónica se asoma a la ventana y mira anhelante al edificio de enfrente. Espía la vida de una vecina desconocida. Las mañanas sin tener que espolear a sus hermanos antes de ir al colegio; las noches que, en vez de fregar platos y hacer coladas, pasa haciendo sus deberes y bromeando con su padre; el novio igualito que Enrique Bunbury que ella nunca tuvo. Mientras la indiferencia de su madre y la de su antes mejor amiga la van empujando a la locura, Verónica es espectadora de la infancia que le han negado.
Como un niño de los noventa hijo de la clase obrera, 'Verónica' me ha recordado al miedo más real que he pasado en mi vida, ese que siente un niño cuando no tiene toda la protección y la atención que desearía.
De víctima a heroína
Hay otro aspecto que convierte la película de Paco Plaza en algo muy especial, además del hecho de carecer de hombres entre sus personajes principales.
Me refiero al arco que vive Verónica, de víctima a heroína, gracias a la relación que tiene con sus hermanos. Ella no es solo la víctima de una posesión. Cuando la hermana Muerte, una monja ciega con algo de médium (enorme Consuelo Trujillo), le dice que proteja a sus hermanos, la adolescente abandona su papel de mártir para centrarse en el bienestar de los tres pequeños que viven en su casa.
Así, 'Verónica' pasa de ser la historia de una pobre niña endemoniada a la de una mujer valiente, proactiva ("necesito que te hagas mayor") que está dispuesta a darlo todo, incluso su vida, para salvar las de los más indefensos. Un gran personaje femenino y una de las grandes heroínas del cine español reciente.
7 películas de terror español que probablemente no conozcas pero que deberías
'La Residencia'
Arrancamos, cómo no, con otro largometraje del maestro Chicho Ibáñez Serrador. 'La Residencia' nos traslada a un internado para chicas en Francia que está dirigido con mano de hierro por la señora Fourneur. Sus estrictos métodos nos son descubiertos a través de Teresa, joven que llega de nuevas al colegio y bajo cuyo punto de vista nos adentramos en esta historia tremendamente emparentada con los modos de hacer del giallo y terror italiano de la época, donde el terror y el erotismo forman parte de un mismo lenguaje. Al igual que sucediera más tarde con '¿Quién puede matar a un niño?', 'La Residencia' esconde una interesante lectura sobre la represión que llevaba atenazando al país desde hacía décadas.
'3 días'
Bien, aceptamos que '3 días' no acaba de encajar en el término de terror si nos quedamos solo con su background, un meteoro se dirige a La Tierra, que quedará destruida en el plazo de tres días. Y no se puede hacer nada. La cosa cambia, sin embargo, cuando nuestro protagonista (un estupendo Víctor Clavijo), además de hacer frente a la histeria colectiva, debe sobrevivir esos tres infernales días a la persecución de un asesino en serie fugado de prisión. Película de culto entre los amantes del género, '3 días' sirvió a F. Javier Gutiérrez, su director, a abrir con fuerza las puertas de Hollywood, y ya anda terminando la producción de 'Rings'. Con muy pocos elementos el director logra un título impactante a nivel visual y al tiempo muy intimista.
'Memorias del ángel caído'
Nominados a mejor dirección novel, Fernando Cámara y David Alonso se rodearon de un reparto de auténtico lujo en el que figuraban nombres como los de José Luis López Vázquez o Héctor Alterio. Con este relato nos metemos en el entorno del catolicismo, que siempre ha sido escenario idóneo para acercarse al terror. Envenenamiento de unos comulgantes durante una misa, extrañas visiones por parte de los párrocos, y muertos que resucitan a los pocos días... ingredientes no le faltan a un título que si bien en taquilla pasó sin pena ni gloria, tuvo una larguísima vida en el mercado doméstico. Una ópera prima que se sigue con interés y que denota cierta valentía de sus responsables unos años antes del último boom del cine de género en nuestro país.
'Mil gritos tiene la noche'
Puede que a muchos no os suene el nombre Juan Piquer Simón, pero otros tantos sabréis que ha sido uno de los grandes nombres del fantaterror y su influencia ha ido mucho más allá, de tal modo que tipos como Eli Roth lo tienen a él (y a esta 'Mil gritos tiene la noche') entre sus mayores referentes. La película (coproducción con EEUU e Italia) sigue los esquemas básicos del slasher de la época, presentándonos a un asesino en serie que hace de las suyas en un campus universitario robando partes del cuerpo de sus jóvenes víctimas. Y es que, como bien decía la promoción de la cinta en su estreno en EEUU: "No tienes que ir a Texas para sufrir una matanza con motosierra".
'Angustia'
Los años 80 dieron lugar a algunos de los títulos más relevantes que ha dado el cine de género en nuestro país. Ya hemos visto el ejemplo de 'Mil gritos tiene la noche', cuyo director se especializó en el terror y el fantástico, y ahora os proponemos una rara avis dentro de la filmografía de un cineasta único en nuestra industria: Bigas Luna. 'Angustia' supone un interesante ejercicio de metacine vestido de terror, donde un peculiar oftalmólogo (colecciona ojos) va al cine a ver una película que provoca una extraña influencia hipnótica en los espectadores. Uno de esos films de culto que trascienden los nichos del género.
'Bosque de sombras'
Poderosa carta de presentación donde las haya. Koldo Serra (que este año estrena el melodrama 'Gernika'), debutó en el largo con una apuesta que va muy en la línea de cintas como 'Perros de paja' o 'Defensa', con Gary Oldman y Aitana Sánchez-Gijón entre sus protagonistas. Un fin de semana de parejas en una zona rural de Euskadi, ideal para disfrutar de la naturaleza, que acaba convertido en una espiral de violencia sin que nadie pueda remediarlo. La atmósfera está muy cuidada, así como el trabajo actoral. sin duda Serra es otro de los directores que no tardará en dar el salto a Hollywood.
'Gritos en el pasillo'
Un ilustrador es contratado para pintar las paredes de un manicomio a fin de hacerlo un poco más alegre y rebajar la tensión del lúgubre lugar. Un trabajo sencillo que se complica cuando el protagonista descubre un pasillo tras el que se escuchan unos terribles gritos. Planteada así, la historia tiene mucho potencial, ¿verdad? Pues lo tiene, y lo más sorprendente (y original) de todo es que la protagonizan unos cacahuetes, animados mediante stop motion. Terror y comedia negra se dan cita en un relato que si bien no ahorra en clichés, se disfruta sin complejos.