Hace unos días conocíamos el trágico asesinato de un león en Zimbabue a manos de un dentista estadounidense. El ejemplar en cuestión se llamaba Cecil, y era especialmente apreciado tanto por las personas que lo tenían cerca como por los cientos que habían quedado prendados por su belleza tras visitar la reserva donde residía, en África.
La muerte de Cecil ha desatado una gran polémica y ha reabierto el debate sobre la necesidad de regular la caza de animales salvajes. Además, y como ya es tan habitual e inevitable, ha provocado reacciones muy diversas en las redes. Una de ellas llega desde el portal ">So That Happened, que ha reimaginado la historia de 'El Rey León' intercambiando a Mufasa, el padre de Simba, por Cecil.
En el vídeo, entre trágico (por la historia en sí) y cómico (por la capacidad inventiva y alguna imagen), vemos cómo Cecil/Mufasa es asesinado en una estampida debido a un flechazo, ante la presencia de su hijo. La escena crucial del vídeo, titulado 'The Lion King: The Retribution of Cecil', es aquella en la que Cecil/Mufasa advierte a su hijo de que será asesinado y que tendrá que vengarlo; en ese momento, en el cielo y a modo de constelación, vemos la cara de Walter J. Palmer, el dentista estadounidense que mató a Cecil.
Que sirva de algo
Más allá de este vídeo, que no pasa de anécdota, el accidente ha servido para que muchas personas se enteren de que la caza de grandes felinos todavía es legal en varios lugares de África. Además, a raíz del suceso, hemos escuchado muchas voces que se han alzado para expresarse al respecto. Ya conocíamos la de los partidarios de la abolición absoluta de la caza. Sin embargo, la que más ha sorprendido entre los no involucrados en el tema es la de aquellos que, defendiendo la perpetuación de las cacerías, aseguran que las licencias otorgadas a cazadores extranjeros para que se desahoguen dando muerte a animales es imprescindible para la preservación de los mismos. Estos aseguran que las cuantiosas cantidades de dinero que ofrecen los cazadores sirven para mantener los parques y las reservas y, en definitiva, para asegurar el correcto desarrollo de las especies que tienen a bien beneficiarse. O, mejor dicho, de aquellos ejemplares que logran esquivar las balas.
