Nos gusta la comedia. Es más difícil hacer reír que crear un buen drama, en cambio, todos sabemos que se trata de un género infravalorado por la crítica que pocas veces se ve reconocido dentro de lo mejor del año. Y en cierta parte también se lo merece (nos lo merecemos) cuando uno de los mayores exponentes de la comedia estadounidense actual es alguien como Adam Sandler y películas repletas de chistes escatológicos. Pero no entremos en debates paralelos, hablemos de 'Virgen a los 40', una película que no sólo se convirtió en un éxito en taquilla, sino que se vio refrendada por el apoyo de una parte nada desdeñable de la crítica, para abrir un camino esperanzador en el género durante la pasada década.
Personalmente, me pierde el cine de Judd Apatow, me gusta bastante; aunque es justo reconocer que es un productor/director/guionista con tendencia también a que algunos lo coloquen en los altares, cuando tampoco es Billy Wilder precisamente. Ni tanto ni tan poco. Me gusta poner 'Virgen a los 40' en perspectiva: una comedia que se estrenó en 2005 con un título muy poco prometedor en un contexto donde la comedia barata estaba a la orden del día. Y me sorprendió. Lo que es gratuito en la mayoría de películas de este tipo, aquí brilla por su ausencia, sobre todo, porque es una película que pretende armarse con ingenio; lo hará con mayor o menor acierto, pero hay una clara intención de no tratar al público como idiota que se conforma con cualquier tontería.
Virgen, pero con sentimiento
El título de la película deja tan claro el argumento que no sería necesario añadir mucho más. Sí es importante indicar que la propuesta pretende ahondar emocionalmente en el conflicto del protagonista, ya de por sí es esperada e inevitable la perspectiva humorística, pero también se cubre el sentimiento de humillación, incompresión y desconexión del mismo ante su vergonzosa situación. Ahí es cuando Apatow aprovecha la ocasión para inaugurar un nuevo subgénero que muchos han bautizado como "comedia rómantica para hombres", films que prueban que bajo esa fachada de gamberrismo e incorrección hay "machos" dispuestos a enamorarse. Algo presente en posteriores películas suyas como 'Lío Embarazoso' (a la que dedicaremos el Club de Cine del próximo jueves), y a mi modo de ver, ya se había perfilado en muchas de las películas del deslenguado Kevin Smith.
En el caso de 'Virgen a los 40', Steve Carell interpreta a un personaje "peterpanesco" que se encierra en su propio microcosmos de videojuegos y muñecos de acción para sobrellevar su virginidad. No posee coche propio, va patéticamente en bicicleta al trabajo y sus compañeros laborales se burlan con sus miserias. Pero el asunto luego deviene en el típico compañerismo, en las confidencias, las alegrías y las decepciones, y finalmente, en los intentos del protagonista por construir una relación con una mujer que lidia con la problemática familiar propia de la edad. Aunque realmente, su principal preocupación ya la sabemos, perder la virginidad y evitar el bochorno de tener que revelarlo o que se enteren.
La cuadrilla Apatow
Todo ello depara escenas divertidísimas con un reparto en estado de gracia. Steve Carrell, un actor que dota a sus personajes de una ternura innata a pesar de su marcado patetismo, y Catherine Keener, siempre tan contundente y arrebatadora -en ocasiones, algo desaprovechada-, forman una pareja de evidente química que hace creíble esa descompensada unión; flanqueados por una galería de secundarios con su minuto de gloria y que luego serían pieza clave en otras producciones Apatow (Seth Rogen, Jonah Hill, Leslie Mann, Paul Rudd...). Y sí, lo acepto, se podría decir que es una película que peca de ingenua, que se alarga en exceso, con unas coñas que no difieren tanto de las habituales, sí, pero es indiscutible que lo que la diferencia de otras cintas similares de menor nivel son sus intenciones. 'Virgen a los 40' puede ofrecer más o menos lo mismo, pero lo hace de una forma nueva, y se agradece.