La renovación de 'Big Little Lies' por una segunda temporada fue relativamente inesperada: si bien es cierto que la ficción creada por David E. Kelley nació como una miniserie con final cerrado, es normal que una HBO hambrienta de éxitos de cara al final de 'Juego de Tronos' luchara por aferrarse a uno tan claro como este. Además de mantener unas audiencias estables durante los domingos primaverales de 2017, 'Big Little Lies' arrasó en los Globos de Oro (mejor miniserie, Nicole Kidman, Alexander Skarsgård, Laura Dern) y en los Emmy (mejor miniserie, dirección, reparto, vestuario contemporáneo, supervisión musical, Kidman, Skarsgård, Dern).
Había dos claras dificultades a la hora de continuar la historia. La primera viene marcada por el material original: una novela escrita por Liane Moriarty que terminaba donde había acabado la miniserie. ¿Cómo funcionará la serie una vez resuelto el misterio? Además, el final de 'Big Little Lies' no solo era cerrado, sino también temática y conceptualmente perfecto: una historia sobre mujeres enfrentadas entre sí y consigo mismas que acaban uniéndose para protegerse y combatir un enemigo común, el monstruo, perdón, hombre que las atormenta a todas.
La otra gran dificultad era el estelar reparto que compone la serie, un arma de doble filo a la hora de tener que compaginar las agendas de Reese Witherspoon, Nicole Kidman, Laura Dern, Shailene Woodley y Zoë Kravitz, por no hablar de Adam Scott, un Alexander Skarsgård que está inesperadamente muy presente en la nueva temporada e incluso la cada vez más ocupada Kathryn Newton, que después de interpretar a la hija de Witherspoon aquí ha protagonizado '#Sexpact' y participado en 'El regreso de Ben', 'POKÉMON Detective Pikachu' y 'The Society', la nueva serie teen de Netflix. A todos ellos añádeles el sonado fichaje de la diosa de Hollywood Meryl Streep, que no suele hacer televisión (participó en la miniserie 'Angels in America' también de HBO, pero poco más). Es decir, las recetas de tranquilizantes de este equipo de producción se podrían ver las caras con las del equipo de 'Vengadores: Endgame' que rodó la escena del funeral de Tony Stark.
Resulta que este obstáculo ha sido fácil de salvar porque el reparto adora la serie. Incluso Meryl Streep se declaró fan cuando le ofrecieron apuntarse a la segunda temporada. No es raro que todas ellas tengan aprecio por un proyecto impulsado por Reese Witherspoon y Nicole Kidman y pensado como una plataforma para darle a sus actrices los papeles dramáticos que la industria no les está ofreciendo. Qué locura que Hollywood no tenga proyectos interesantes para algunas de sus estrellas más brillantes, aunque esto no es nuevo: las actrices llevan siendo relegadas al olvido cuando llegan a cierta edad desde que nació el cine. 'Big Little Lies' es uno de los ejemplos más claros de cómo la televisión se ha convertido en un refugio para mujeres como Julia Roberts, Glenn Close, Helena Bonham Carter, Amy Adams, Thandie Newton, Claire Danes, Renée Zellweger o Jessica Biel, por decir algunos nombres.
La verdadera prueba de fuego estaba en el guion. ¿Iba a estar una segunda temporada a la altura? ¿Sería necesaria o prescindible? ¿Mancharía el legado de una primera temporada ejemplar que quizá habría sido mejor no tocar? Los tres primeros episodios (de siete) que hemos podido ver responden estas preguntas con una continuación totalmente orgánica y lógica. En realidad, si no nos hubieran dicho que 'Big Little Lies' era miniserie, ni nos plantearíamos si es necesario volver a Monterrey para ver qué ocurre con estas mujeres tras ser cómplices de la muerte de un hombre. El misterio resuelto de la primera temporada (¿quién muere a manos de quién?) da paso a una cuestión centrada en los personajes: ¿cómo convivirán estas mujeres con su mentira?
De hecho parece que 'Big Little Lies' es aún más 'Big Little Lies' ahora que estamos al tanto de las "grandes mentirijillas" que cuentan (y se cuentan) Madeline, Celeste, Jane, Bonnie y Renata. La infidelidad de Madeline, el trauma de Celeste y Jane y cómo intentarán salir adelante sin la sombra de su agresor, o la culpabilidad de Bonnie, que asestó el golpe fatal; todos los hilos que quedaron sueltos en los primeros siete episodios tienen sus consecuencias en esta nueva temporada. Y aunque hay unas pocas tramas realmente nuevas que parecen introducidas de la nada (una de ellas protagonizada por Renata), todas están ahí para seguir ahondando en unos personajes tridimensionales, complejos y carismáticos que podrían dar para varios años de serie.
La autora Liane Moriarty ha hecho un trabajo excelente dándole una continuación muy natural a su propia historia, y David E. Kelley ha vuelto a escribir los guiones. Aunque hablemos de una serie de HBO, la carrera de Kelley (que creó 'Ally McBeal' y otro puñado de dramas de abogados) está ligada tradicionalmente a televisiones en abierto y series para público generalista, y eso es algo que se nota en 'Big Little Lies'. Aunque la dirección de Jean Marc Vallée ('C.R.A.Z.Y.', 'Dallas Buyers Club') le diera un toque de autor (con una realización detallista y estilizada y un montaje lleno de flashes y cortes abruptos), este es un melodrama sencillo y esencialmente entretenido. Quizá esa fue su principal virtud: en un momento en el que las líneas entre cine, televisión, streaming, ficción, telerrealidad o formatos largos y cortos están más difusas que nunca, que la cadena de cable por antonomasia apostara por un culebrón glorificado y de calidad era todo un soplo de aire fresco.
'Big Little Lies' no pretender ser la serie que retrate a la América de Trump (hay demasiadas que lo están intentando), ni contar una historia política o culturalmente relevante, aunque sí representa muy bien el poder en auge de las mujeres en una industria cultural que ha vivido demasiados años bajo el yugo de unos hombres tóxicos descontrolados. Es nada más y nada menos que un buen melodrama que refleja con sus luces y sus sombras a una clase adinerada y desligada de los problemas reales de la sociedad. Los mejores momentos son los que nos recuerdan que estas mujeres no son personas demasiado buenas ("¡Me importan una mierda los indigentes!", grita Madeline), ni demasiado responsables (como cuando se plantean no enseñarles a sus hijos las consecuencias del cambio climático para no preocuparlos demasiado), ni siquiera demasiado inteligentes; simplemente son personas reales, y por eso podemos sentirnos identificados con ellas incluso cuando no compartimos país o clase social. Es lo mismo que nos hizo engancharnos a 'Mujeres desesperadas', y no digo esto con ningún tipo de ironía o desprecio hacia la serie de Marc Cherry.
Si algo no está roto, no lo arregles
En esta segunda temporada recoge el testigo de la dirección Andrea Arnold (una mujer, en la línea del espíritu empoderador y feminista del proyecto), que también viene del cine de autor e independiente (muy buenas son 'Fish Tank' y 'American Honey') pero que se esfuerza sobre todo por adaptarse a la forma que le dieron los responsables a la serie. Ese es el gran secreto de 'Big Little Lies' en su segunda temporada: si algo no está roto, no lo arregles. Habrá que esperar al final para ver dónde van algunas tramas (la de Renata parece demasiado ajena a la historia principal, y el estado mental de Bonnie durante los tres primeros episodios se siente estancado y poco dinámico), pero por lo general esta segunda temporada trae de vuelta todo lo que nos gustó de la primera (y lo que no nos gustó, como ese uso de la música casi paródico: ¿todos los habitantes de Monterrey tienen el mismo exquisito gusto musical?) y plantea cuestiones interesantes.
El añadido más atractivo es Meryl Streep. Aunque fichar a una estrella de este calibre sea peligroso para una serie que ya había construido su propio universo (a estas alturas es difícil no ver a Meryl Streep interpretando), la fuerza arrolladora de la actriz es innegable y la llegada de su personaje es todo un acierto. Interpreta a Mary Louise, la madre de Perry que se asienta en Monterrey para ayudar a su nuera y sus nietos y con la sospecha de que el caso de la muerte de su hijo no está del todo resuelto. Su presencia es un huracán que llega dispuesto a remover las vidas de estas mujeres con tal de limpiar la imagen de su hijo, que ha muerto acusado de maltrato y violación. Mary Louise es una mujer impertinente, de lengua rápida y sin filtros, y no oculta que no confía en lo que "las cinco de Monterrey" están contando. Es decir, es un personaje perfecto para hacer avanzar las tramas, y una fuente constante de conflictos y frases memorables. Sería un buen personaje incluso aunque no estuviera interpretado por una de las mejores actrices de nuestro tiempo. Pero claro, si puedes tener a Meryl, ¿por qué te vas a conformar con menos?
Las llegadas de Mary Louise y la madre de Bonnie (interpretada por Crystal Fox) parecen ser clave para entender el tema central de la nueva temporada (¿última? quién sabe): las relaciones entre madres e hijos. Cómo afectan los problemas de estas mujeres a los pequeños que están criando (Laura Dern está más desatada que nunca como Renata, y la pobre Amabella es la víctima más clara de ello) y cómo ellas mismas son el resultado de los problemas que sufrieron sus padres (por ahí parece apuntar la trama protagonizada por Reese Witherspoon) y de sus problemáticas relaciones con ellos (Zoë Kravitz). Lo que demuestra que 'Big Little Lies', si HBO, Liane Moriarty, David E. Kelley y su reparto quieren, podría tener vida para rato haciendo lo que mejor hace: entretenernos mientras nos muestra con gracia y agudeza miserias universales. Nadie lo pidió cuando terminó su primera temporada, pero claro, si puedes tener lo mejor, ¿por qué te vas a conformar con menos?