å

PRECRÍTICA

'Watchmen', ¿who watches the director?

El thriller, la pseudofilosofía y el cartón piedra convierten la adaptación de Snyder en una extraña amalgama que nos deja un agridulce sabor de boca, a pesar de sus no pocas virtudes.

Por Óscar Martínez 4 de Marzo 2009 | 07:28

Comparte:

Ver comentarios (13)

'Watchmen' ha sido dirigida por Zack Snyder y protagonizada por Patrick Wilson, Jackie Earle Haley, Matthew Goode, Billy Crudup, Jeffrey Dean Morgan, Malin Akerman, Carla Gugino y Stephen McHattie.

Adaptación del popular cómic de Alan Moore y Dave Gibbons que revolucionara el género hace ya algunos años, 'Watchmen' se sitúa en la plena guerra fría, en un mundo en el que los superhéroes patrullan las calles. A pesar de que dichos superhéroes carecen de habilidades especiales salvo uno, el Dr. Manhattan, el gobierno decide prohibir su lucha contra el crimen a causa de una huelga de la policía y diversos altercados, por lo que la mayoría de ellos colgará sus hábitos y tratará de emprender una vida normal. Todos, excepto Rorschach, que ve en el asesinato de el Comediante, un superhéroe que trabajaba para la CIA, una teoría conspiradora.

¿Fusión o batiburrillo?

Harto difícil resulta tratar de analizar un título como 'Watchmen', pues los muy diversos prismas desde los que podemos afrontar dicho acercamiento nos ofrecen igual número de lecturas.

Decía Plauto que el hombre es el lobo del hombre, máxima reinventada hasta la saciedad y que, a fin de cuentas, no quiere decir otra cosa que el ser humano, por naturaleza, está destinado a destruirse a sí mismo. Bajo dicha premisa existencial -y otras muchas- parece querer girar el 'Watchmen' de Snyder, película que, como adaptación, resulta ser bastante fiel al cómic original de Moore y Gibbons, ofreciéndonos diálogos y secuencias idénticas a las vistas en el papel impreso -impresionantes títulos de apertura que resumen ese pasado distópico-, tal y como el cineasta ya hiciera con el '300' de Frank Miller.

Por contra, dicha fidelidad estética parece ser la única superviviente a la celosa adaptación de Zack Snyder, quien defenestra, casi sin proponérselo, el propio mensaje original de 'Watchmen'. La mordaz crítica a la autocracia superheróica yankee de la primera mitad de la película, con el Chandleriano diario de Rorschach como aparente hilo conductor -si bien la acción se focaliza en todos y cada uno de sus personajes protagonistas a base de una constante sucesión tanto de elipsis como de flashbacks-, se convierte en un espectáculo de cartón piedra metafísico en su segunda mitad, en el que la redundancia existencial y las secuencias de acción quasiparódicas -ya intuibles con ciertos temas de la banda sonora- bajo un marco abiertamente naif desmerecen a la sordidez solidamente construida en su tramo inicial.

De este modo, la introspección de sus personajes, los sentimientos de culpa, desamor, celos, ira y frustración, en definitiva, la genial (des)humanización de los personajes protagonistas, parece desdibujarse a medida que avanza el mastodóntico metraje de la película, apartándose de dicha atmósfera impregnada de desazón existencial. Todo hay que decirlo, mientras Snyder nos (se) deleita retratando a los personajes creados por Moore y Gibbons, el director de 300 y Amanecer de los muertos otorga a la película una verosimilitud encomiable a pesar de transcurrir con excesiva lentitud. Irónicamente, dicha lentitud comienza a resultar intolerable cuando más acción, dinamismo y efectos especiales ofrece la película, cuando Snyder da rienda suelta al látex y los gadgets, finalizando en un in crescendo que parece burlarse de todo lo construido anteriormente.

Ciertamente, resulta encomiable la seriedad con que Snyder ha tratado de plasmar la obra de Moore y Gibbons, otorgando al espectro superheróico un tamiz mucho más oscuro, doloroso, cotidiano y mundanal -a la par que su análisis de la esencia humana- del dictado por el mainstream y que tan sólo 'El caballero oscuro' se había aventurado a explorar-, pero lo cierto es que el contraste entre ambas mitades resulta ciertamente chirriante.

Así pues, cualquiera que esperara un blockbuster de tres horas, una película de superhéroes repleta de acción, que se vaya olvidando de 'Watchmen', pues va a salir escaldado. Por otro lado, aquellos que esperaban una reproducción fiel al original de Moore y Gibbons -el primero ni sale en los títulos de crédito, como suele ser habitual-, puede que salgan de la sala con un sabor agridulce, con una sensación de que, en el último momento, no ha sido el Comediante el último en reir, sino el propio Snyder.