Es uno de los directores más prolíferos en la comedia, pero Javier Ruiz Caldera, responsable de éxitos como '3 bodas de más', 'Spanish Movie', 'Superlópez' o series como 'Mira lo que has hecho' o 'El otro lado', da un giro de madurez a su carrera y vira hacia el drama más emocional con su nueva película: Wolfgang (Extraordinario).
Esta producción, que adapta la novela del mismo título de Laia Aguilar y cuenta con Miki Esparbé y Jordi Catalán como protagonistas, le pone ante un proyecto que es pura sensibilidad, ante la historia de un niño autista de alto cociente intelectual que, tras la repentina muerte de su madre, se ve obligado a vivir con su padre, con quien no tiene ninguna relación.
El cineasta ya se adentró ligeramente en el género en títulos como 'Mira lo que has hecho' o 'Un hombre de acción', sin embargo, no de una forma tan marcada, ya que estamos ante una película que aborda temas complejos sobre la infancia y la salud mental sin reparo alguno, entrando en cuestiones dolorosas y habitualmente tratadas como tabú.

Lo complejo del asunto no es tanto hacerlo con fuerza dramática, sino desde el prisma infantil desde el que se enfoca 'Wolfgang', desde la inocente y compleja mirada de un niño superdotado y con asperger. Es aquí donde la mano de Ruíz Caldera sale a relucir, haciendo uso de su particular humor para dar ligereza y convertir el film en una emocionante producción familiar para todos los públicos.
Es decir, los tradicionales puntos cómicos de su cine siguen presentes, consiguiendo que la cinta no desentone en su filmografía. Hay personajes con mucho desparpajo, cameos, pequeños enredos y hasta referencias al cine español la mar de divertidas. Todo ello introducido de forma muy medida, sin chocar con las situaciones complejas de sus protagonistas y buscando hacer accesible un tema que difícilmente suele serlo, lo cual la convierte en una película muy reivindicable y pedagógica.
La función de Miki Esparbé y Jordi Catalán
Mención especial al reparto, sobre todo a Miki Esparbé y a la relación tan llena de matices que teje con el pequeño Jordi Catalán con este dúo padre-hijo. Lo bien que se adaptan al tono de la película, controlando a la perfección cuando exprimir el sentimentalismo y cuando lanzarse a jugar con la comicidad de los enredos, nos entrega dos interpretaciones que son pura afectividad.

En cuanto a secundarios, la película peca de desaprovechar a personajes que podrían haber dado más juego, especialmente a la psicóloga a la que da vida Anna Castillo o al excéntrico representantes de actores interpretado por Berto Romero, que se lleva los instantes más desternillantes del film.
Otro problema es que la fuerza de 'Wolfgang' reside en su último acto, que es donde todas las aristas sobre la salud mental se abordan con pelos y señales. Entre medias, la emoción se siente forzada, especialmente porque el guion se vuelve reiterativo al exprimir los desencuentros entre los personajes de Esparbé y Catalán, con situaciones artificiosas o música machacona que busca a la desesperada la emoción del público.
Por suerte, el tramo final compensa sus carencias. Una vez que 'Wolfgang' juega todas sus cartas, consigue que el sentimentalismo se sienta orgánico, que el público simpatice con los conflictos de sus personajes y que la temática impacte y despierte el diálogo. La sensación final es la de un título que emociona y deja huella, una historia que merece ser vista y recomendada por su tratamiento tan efectivo y concienciado sobre la salud mental, la infancia o los conflictos de la vida. Todo un festival de sentimientos que merece arrasar en taquilla.