Si hace 80 años le hubiéramos comentado a Béla Lugosi que existiría una película de zombis para toda la familia y que costaría 190 millones de euros, probablemente nos hubiera clavado una de sus miradas de cejo bien fruncido y nos hubiera tomado por locos, o quizás George A. Romero nos hubiera lanzado un grupo de sus zombis hambrientos de carne fresca para que nos devorase, en cambio, en la actualidad, Brad Pitt llega con su productora Plan B y con el apoyo financiero de Paramount Pictures, para desembolsar los casi 200 millones que ha costado 'Guerra Mundial Z' y convertirla, así, en la primera superproducción de muertos vivientes con, además, una calificación PG-13 (en España, "no recomendada para menores de 16 años").
Las numerosas premieres alrededor del globo terrestre de 'Guerra Mundial Z' dan que pensar en cómo ha llegado a evolucionar el cine de zombis a lo largo de la historia, pasando de ser un subgénero marginal, condenado a la Serie B, a ir cosechando poco a poco una gran estimación entre el gran público. Seguramente, en el imaginario popular, la palabra zombi va cogida de la mano con la palabra gore pero, si echamos una mirada hacia atrás, veremos que no siempre ha ido relacionada con vísceras y carne en descomposición. De hecho, la palabra zombi tiene numerosos significados dependiendo del país en el que nos encontremos, pero, casi todas se ponen de acuerdo en una cosa: para ser un zombi, has de estar muerto. Por ello, los personajes que aparecen en los filmes de Danny Boyle ('28 días después'), los de Jaume Balagueró y Jaume Balagueró ('[REC]') o los de Sam Raimi ('Posesión infernal'), son muy parecidos a ellos, pero no son zombis en sentido estricto, sino más bien infectados o posesos.
Dicho esto, ahí va la evolución del personaje en 8 películas emblemáticas que ayudaron a reformular el concepto que el espectador cinéfilo ha ido teniendo del zombi.
'La legión de los hombres sin alma' ('White Zombie' ,1932)
Nos situamos a principios de los años 30, cuando en Hollywood funcionaba el llamado "sistema de estudios". Estados Unidos estaba en plena Gran Depresión y el ambiente de pesimismo y oscuridad del momento acabó trascendiendo al espectáculo y al cine de aquella época. Ese, entre muchos otros, fue el motivo por el que los grandes estudios como Universal Pictures pusieron el punto de mira en la adaptación de las novelas de terror nacidas en la segunda mitad del siglo XVIII y, sobre todo, de los cuentos góticos de autores como Bram Stoker (Drácula) o Mary Shelley (Frankenstein), pero se olvidaron por completo de los zombis, condenándolos, así, a la independencia y, más adelante, a la 'clandestinidad' de la Serie B.
En este contexto, los hermanos Edward y Victor Halperin, directores de cine mudo, fascinados por la obra de teatro de Kenneth Webb estrenada en Broadway titulada Zombie, se autofinanciaron la adaptación al cine de dicha obra, originando la que vendría a considerarse como la primera película de zombis, 'La legión de los hombres sin alma' ('White Zombie', 1932). A pesar de que fue una producción de bajo presupuesto, consiguió ser distribuida por la United Artists, la poderosa productora de Charles Chaplin y Douglas Fairbanks, y ser protagonizada por el galán oscuro Béla Lugosi, el actor por excelencia del cine de terror por aquella época junto a Boris Karloff.
Se convirtió en el filme fundacional del subgénero y, pese a seguir las convenciones del cine clásico imperante del momento, apuntó las bases sobre las que se iban a sustentar el cine de zombis en los años 40 y 50 (ya confinado a la Serie B): el vudú, el choque cultural entre el occidente burgués y la cultura caribeña y africana, y la magia negra. Sí, como lo leen, los primeros zombis cinematográficos estaban inspirados en las vivencias que el escritor William Buehler Seabrook relató en su libro 'The Magic Island' sobre el folclore y las leyendas haitianas que aseguraban la existencia de magos que, a través del vudú, eran capaces de revivir a los muertos. En la película de los Halperin, ambientada en Haití, Béla Lugosi era el malvado hechicero que revivía a los haitianos muertos y los controlaba a su antojo con una simple fricción de manos para explotarlos en sus fábricas de azúcar. La metáfora de la esclavitud que ejercía Europa sobre sus colonias caribeñas era más que evidente viendo las gráficas imágenes de los zombis moliendo el azúcar cuales títeres a merced de la voluntad de su amo/hechicero.
'Yo anduve con un zombie' (1943)
Ya adentrados en los 40', a caballo entre el clasicismo y la modernidad cinematográfica, en la década de 'Casablanca' o 'Ciudadano Kane', el sistema de estudios Hollywoodiense y la censura del Código Hays habían arrinconado a los zombis a la Serie B. Numerosos productores se especializaron en la realización de este tipo de películas como, por ejemplo, los famosos proyectos de Val Lewton en RKO. Uno de los filmes más emblemáticos de todas esas producciones y, a la vez, del subgénero, fue 'Yo anduve con un zombi', de Jacques Tourneur.
Esta es la película que mejor ejemplifica cómo el cine se acercó al subgénero durante los primeros años antes de que George A. Romero viniera con su 'Noche de los muertos vivientes' para revolucionarlo. Los zombis eran retratados como espectros sin alma que vagaban en el mundo de los vivos, meras marionetas que no suponían ninguna amenaza por sí solos, sino que la amenaza era la persona que los controlaba con el vudú. Su aspecto físico era el mismo que el de una persona viva (excepto el icónico zombi espigado y de ojos como platos de la película de Tourneur), con la única diferencia de que tenían una mirada fija y vacía. De hecho, normalmente los protagonistas de los filmes no sabían diferenciar con seguridad si se trataba de un vivo o un muerto.
El fenómeno zombi siempre se presentaba como algo local, normalmente en un ambiente exótico isleño como 'Yo anduve con un zombi' o 'Isla de Sortilegio' (Caribe) o la propia 'La legión de los hombres sin alma' (África), aunque también ocurrían en la ciudad como 'Entierro a media noche' o 'El brujo' ('Voodoo Man'), pero el vudú siempre era el culpable de la resurrección de los muertos.
Por lo general, aunque eran películas de terror, todas eran moralmente correctas, sin apenas violencia y, curiosamente, muchas de ellas estaban cargadas de una gran dosis de romanticismo. Si analizamos 'La legión de los hombres sin alma', 'Yo anduve con un zombi' y, sobre todo, 'El brujo', el motor que movía a los personajes era el amor que sentían éstos por sus esposas o amadas, llegando, incluso, a "zombificarlas" para hacerse con ellas o devolverlas a la vida.
'La noche de los muertos vivientes' (1968)
En el 1968, George A. Romero irrumpió en el panorama cinematográfico con una de las películas de Serie B por excelencia para reescribir los códigos del subgénero y crear al zombi que conocemos hoy en día. Con un presupuesto de 114.000 dólares, Romero dirigió, escribió el guión, fue el director de fotografía y montador de la que se puede considerar una de las películas más terroríficas de la historia del cine.
Es curioso que en el filme donde se sentaron las bases del zombi actual, en ningún momento del metraje se les llama zombis. Romero declaró que ello es debido a que pensó la película como la llegada de un cambio global, independientemente de lo que provocara ese cambio, y cómo la gente reaccionaba ante ese suceso, algo que extrajo de la novela 'Soy leyenda' de Richard Matheson como ha reconocido en más de una ocasión.
Independientemente de esta afirmación, no llamarles "zombis" fue toda una declaración de intenciones ya que nada tenían que ver los muertos vivientes de Romero con los zombis clásicos originales, rompiendo, así, todos los esquemas preestablecidos anteriormente. Ahora, el origen de la "zombificación" no residía en el vudú, sino en la radiación de un satélite, con lo cual, los muertos que regresaban a la vida no estaban controlados por ningún mago o brujo, sino que suponían una amenaza en sí mismos al sentirse imperiosamente atraídos por la carne humana, circunstancia de la que los humanos sólo podían defenderse destrozándoles el cerebro.
En el filme de Romero, la presencia de los zombis era a nivel global (hecho que se manifestaba a través de la importante presencia de los medios de comunicación en el filme) y ellos eran los verdaderos protagonistas de la cinta, a diferencia de las películas anteriores donde su presencia se circunscribía a una pequeña localidad y suponían un elemento dramático más en la narración. No había posibilidad de escapatoria, allá donde los personajes iban, aparecían zombis por cualquier sitio, obligándoles a refugiarse en lugares cerrados (en el filme, una granja) y a sobrevivir en condiciones extremas y en constante peligro.
De todas maneras, hay que ser justos y remarcar que hubo, al menos, un par de películas que ya apuntaron elementos que Romero utilizaría unos años más tarde. Estoy hablando de 'Zombies of Mora Tau' (1957) e 'Invasores Invisibles' (1959). En la primera, los zombis no están controlados por nadie sino que tienen vida propia por culpa de una antigua maldición, atacan a los humanos que intentan robar sus diamantes y temen al fuego, un elemento que jugará un papel importante en 'La noche de los muertos vivientes'. En la segunda, unos extraterrestres invisibles amenazan con acabar con La Tierra introduciéndose en los cuerpos de los muertos que se van a parecer mucho, en cuanto al físico se refiere, a los de Romero. Mención aparte merece 'La plaga de los zombies' (1966), de la famosa Hammer Productions británica, donde los zombis eran mucho más físicos y espeluznantes aunque aún relacionados con el vudú.
Teniendo en cuenta estos referentes, la idea que introdujo 'La noche de los muertos vivientes' y que marcó el devenir del subgénero en los años venideros fue la asociación del zombi con un ser terrorífico (las imágenes de los muertos apareciendo de la oscuridad del bosque no se olvidarán jamás), desmarcado por completo de los ritos vuduistas, indisolublemente ligado al panorama post-apocalíptico, a la amoralidad en la violencia y en el relato y, sobre todo, al gore. Gracias a la eliminación del Código Hays en el 1967, Romero pudo mostrar a un afroamericano pegando un puñetazo a una mujer y disparando a bocajarro a otro ser humano, a una niña zombi acuchillando a sangre fría a su propia madre y, sobre todo, la histórica secuencia de los muertos destripando un cuerpo humano y comiéndose sus tripas ensangrentadas que fueron recreadas con entrañas de oveja, sirope de chocolate y ¡muslos de pollo!
'No profanar el sueño de los muertos' (1974)
El impacto que provocó la película de Romero, marcó un antes y un después en el subgénero. A partir de ese momento, en los 70' y principios de los 80' aumentó el número de películas de zombis y, todas ellas, tomaron como referentes los códigos que el director estableció en 'La noche de los muertos vivientes'.
Italia y España fueron muy prolíficas en este tema. Directores como Amando de Ossorio y su tetralogía de terror que inició con 'La noche del terror ciego' (1971), Jesús Franco, Jorge Grau o Lucio Fulci, dirigieron varias películas en las que la influencia de 'La noche de los muertos vivientes' era bastante palpable, además de introducir nuevas temáticas y llevar elementos como el gore o la violencia de la de Romero a otro nivel.
Ejemplo paradigmático de esta década es la coproducción italo-española 'No profanar el sueño de los muertos' (1974) del español Jorge Grau. Una película con una excelente factura pero con alma de Serie B que guiña el ojo a la de Romero (la escena de los zombis destripando a uno de los protagonistas y comiéndose sus tripas es un claro homenaje), incluyendo más dosis de sexo, casquería y terror (el asalto al hospital por la noche es escalofriante y, a la vez, repugnante) e incluyendo un elemento nuevo que será un habitual en las siguientes películas de Romero, como es el mensaje social implícito.
Mientras que Grau lanzaba un mensaje pro-ecológico (las radiaciones de un experimento del gobierno era lo que provocaba la resurrección de los muertos), Romero, en 'Zombie, el amanecer de los muertos vivientes' (1978), arrojó un dardo envenenado a la sociedad consumista y capitalista en forma de gran sátira y dejando entrever algo que, en 'El día de los muertos' (1985) mostró claramente: no hay tanta diferencia entre los zombis y los humanos en situaciones extremas.
Hasta aquí la primera parte de este repaso a la evolución del zombi en el cine que, como toda buena saga cinematográfica, tendrá una segunda parte donde se analizará cómo influyó el cine ochentero en el subgénero, el boom de Peter Jackson, las primeras incursiones de las majors hollywoodienses en la temática zombi y la normalización de los muertos vivientes entre el gran público en la actualidad.