
Como un soldado
Sin spoilers
Muy probablemente esta temporada te cansarás de leer que 1917, la última película de Sam Mendes, se tiene que ver en la mejor sala de cine que tengas a tu disposición. Tras ver ahora como esta ambiciosa premisa cinematográfica se ha llevado a la vida no puedo evitar decir algo similar. 1917 es con todo el derecho una auténtica obra maestra técnica. No puedo empezar a imaginarme el nivel de coordinación entre todo el equipo ni la milimetría de la planificación de su puesta en escena.
Parece como si Mendes se quisiera poner a prueba a sí mismo, y bien que ha conseguido un alarde de espectacularidad impresionante. Es verdad que sumergirnos en la primera línea de batalla a través del falso plano secuencia es una experiencia estimulante. Aún más cuando el maestro Roger Deakins consigue una belleza visual arrebatadora en medio de una acción continua. Imposible separarnos de los dos soldados protagonistas en todo el transcurso de su misión, una experiencia que recuerda más a un videojuego que a una película. Los actores de prestigio que figuran en la cinta(Colin Firth y Mark Strong entre otros) pasan por ahí como si fueran NPCs propios del Battlefield 1 o el Call of Duty.
Son caras más desconocidas, Dean-Charles Chapman(Juego de Tronos) y más especialmente George MacKay(Captain Fantastic) las que merecen el mérito de llevar la trama a sus espaldas. Inevitablemente, es en este aspecto donde la propuesta se ha visto convencionalizada. Los grandes temas del cine bélico ya se han explorado hasta la saciedad, en varias ocasiones con una crudeza visceral aquí rebajada: La guerra es mala, por supuesto. Heroísmo, de sobra. Habrá quien conecte con las vivencias de los personajes y quienes no, pero lo que está claro es que 1917 no pretende maravillarnos con su guión, sino hacernos sentir pequeños ante su alarde visual y sonoro.
No estamos ante la mejor obra de un 2019 lleno de calidad, ni la más importante, como sugeriría el año que marca su título. Pero es innegable el mérito que conlleva llevar a la gran pantalla un proyecto de tal ambición. En espectáculo nada supera a 1917, y eso es algo que Sam Mendes tiene en mente, ahora y cuando suba a recoger su estatuilla el 10 de Febrero. Porque ha creado una obra que solo podía narrarse con una cámara de cine.
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