
En lo profundo del ser
Sin spoilers
Creo que en lo profundo de nosotros, es donde Amenábar en definitiva quería llegar. Ver de lo que son capaces esas hormigas de las que le he oído hablar en las promociones que somos y que, no en vano, recrea perfectamente en esos fantásticos planos aéreos.
Cierto es que utiliza la historia para contar la suya y que, verosimilitudes aparte, (como el hecho de que Hipatia convivió tiempo con los cristianos dando clases normales o la edad real de su muerte), Amenábar reconstruye todo un universo de época para goce suyo personal extrapolable a todos nosotros. Los fanatismos, dogmas impositivos o fundamentalismos varios, son sometidos a juicio, frente a un raciocinio autocreyente de un absoluto, que lo único que denostaba era su caducidad. Quizás las religiones no fueron lo mejor que le pudo pasar y, ante la imposibilidad de avanzar o perdurar como debiere, el pueblo prefirió abrazar dioses infructuosos, esquivos e iracundos.
No descubro nada al decir que a muchos le ha parecido el conjunto frío y académico, pero hete aquí, que es quizás junto con su protagonista (estupenda) Rachel Weisz, lo más que me sedujo, por ser el leit motiv real de la función: renunciar a todo por un ideal o una máxima inalcanzable para el resto de mortales y al que sólo unos pocos están dotados.
Hay actores nada cómodos con sus roles y se nota. Una cierta pretensión a querer tocar muchas teclas de un piano que estaba afinado bien para un fin; que no desluce la gran puesta en escena, fotografía y recreación de una época que a juzgar por los telediarios no es tan lejana.
Se agradece el cambio de registro, para ahondar otras temáticas y asumir un riesgo descomunal, donde otros viven instalados en la auto-complacencia.
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