Superhéroes indies

Horribles son las fechas veraniegas, y no solo por el sofocante calor, sino porque las distribuidoras aprovechan para estrenar mucha morralla que no ha tenido cabida en otro momento del año. Aún da más miedo la llegada de plomizas superproducciones de la Marvel y compañía; esas que, sorprendentemente, cada vez gustan más a los críticos cinematográficos. Afortunadamente, alguna que otra vez sale una de esas películas palomiteras que es comprensible que pongan de acuerdo a crítica y público.

El film a tratar nos presenta a Scott: un ladrón de poca monta que consigue robar un extraño traje de una caja fuerte. El Doctor Hank Pym le ayudará a conocer más a fondo el traje, con el que puede reducir y aumentar su tamaño, y comunicarse con las hormigas. Juntos, deberán salvar al mundo de un malvado inventor con aires de grandeza.

Marvel debe darle mil gracias a Edgar Wright y Paul Rudd, que han puesto su talento y gracia al servicio de un guión que, sin ellos, hubiera sido como el de cualquier otro aburrido producto de la factoría. También es de agradecer contar con solventes intérpretes como Michael Douglas, Corey Stoll, Michael Peña y el propio Paul Rudd; todos ellos dispuestos a aunar acción y comedia de una forma efectiva. Parte del encanto de la cinta reside en una trama sencilla, sin pretensiones y algo indie, que consigue que Ant-Man entre en ese selecto club de películas basadas en cómics de Marvel en el que se encuentran modernos clásicos, como pueden ser Blade (1998) o las dos primeras entregas de Spider-Man.