No tengas miedo, hijo mío. Siempre estaré contigo.

Es una película impresionante y diferente a cualquier otra que se haya rodado. El horror, su representación llega directamente al corazón, te atrapa y te mantiene inmóvil frente al televisor, presenciando un dantesco escenario que te fascina y te horroriza a la vez. Es una película excelente y memorable, no por su brutalidad, que también; sin ese rasgo no se puede hacer una película perfecta, nunca hay que caer en la censura por no mostrar determinadas cosas, en una película hay que mostrarlo todo, ser realista, presentando respeto y amor por lo que haces y yendo hasta el final y a por todas con el proyecto. Por lo que esta película es tan maravillosa y supone una obra maestra es por la sabiduría que encierra en ella el fantástico Mel Gibson que ha plasmado lo que es el fruto de unas ideas sobrecogedoras y que te hacen incluso llorar al percatarte de que así son las leyes que rigen la vida. Mientras escribo voy rememorando episodios de la película y me voy reafirmando de que se trata de una perfección difícilmente inconseguible, una auténtica filosofía de vida y no las chorradas que estamos acostumbrados a escuchar por todas partes. Una imprescindible belleza reservada solo a unos pocos, hay sectores que evidentemente no están a la latura de comprender y asimilar los encantos que contiene esta trepidante y convulsa cinta. Esas dos últimas características suponen una clave de su éxito, pero es que una película, un episodio de algo, un documental; da igual lo que pretenda explicar o transmitir, pero si se trata de algo importante no puede ser nunca un tostón, algo que digas: "Buah, que coñazo" o "esto yo no lo veo". Al transmitir una corriente de aire fresco e innovador, un potente chorro de agua cristalina que es este chorro de información y de una sabiduría restringida tiene que implicar sí o sí interés. No puede ser de otra manera. Así que todos esos presuntos lances hipotéticos que se nos pretende hacer pasar muchas veces por 'filosofía de vida' o 'fuente de conocimiento' quedan en un ultimísimo plano frente a obras como estas que derrochan energía, arrojo y valentía, una forma de vida al natural mostrada desde una perspectiva curiosa e ilustrativa que no deja ahí sus atributos positivos al transmitir como ya he dicho una insondable sabiduría digna de estudiar y sacar cada unos sus propias reflexiones.

En una palabra: Imprescindible. Eso sí, aviso para navegantes, abstenerse mentecatos, fracciosos y sujetos que presentan una clara y abominable tendencia hacia la estupidez.