
Otro Allen por inercia
Sin spoilers
Esperar demasiado de Woody Allen últimamente no es recomendable. Eso no quiere decir que esté haciendo malas películas estos últimos años, nada más lejos de la realidad. Aun cuando Allen no se exprime al máximo, aun cuando nos ofrece un trabajo menos inspirado, siempre hay algo interesante, algo destacable, algo exquisito que hace que acudir a la cita anual con el director neoyorquino valga la pena.
Este es el caso de 'Café Society'. Allen se traslada de la costa Este a la Oeste para realizar su personal homenaje al Hollywood dorado, con una historia que nos invita a conocer los entresijos de las majors a través de un recién llegado a la ciudad, su nuevo alter ego interpretado por Jesse Eisenberg. Así, Allen compone con el film una oda visual al cine clásico que pone de manifiesto su profundo amor por el Séptimo Arte. Destacan la ambientación, el diseño de producción, el vestuario, y sobre todo esos primeros planos de los actores (en especial de Kristen Stewart) que reproducen fielmente los planos desbordantemente luminosos del cine de los 30-50.
Claro que, si bien 'Café Society' es una película cálida, acogedora y visualmente muy atractiva, el guion no está a la altura de la presentación. La historia va dando palos de ciego hasta que se desvanece sin verdadero propósito, dejándonos con la sensación de que se ha improvisado, de que no se tenía muy claro lo que se quería contar. Tampoco ayuda que los actores no estén muy ubicados (culpa quizá de un error de casting) y parezcan incómodos en sus papeles, lo que hace que sea más difícil conectar con ellos y con la historia.
En definitiva, Allen firma otra película de la que se pueden salvar muchos aspectos, pero que globalmente está lejos de sus mejores obras (incluso de las mejores de los últimos 15 años).
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