
Camino a la tarjeta postal
Sin spoilers
Esta es una película muy bonita, de paisajes preciosos, en la que entre tarjeta postal y tarjeta postal se pretende contar una de esas historias más grandes que la vida misma con una música de fondo también conmovedora. Manufactura impecable, resultado visual brillante, pero contenido bastante escaso.
Cuenta los avatares sufridos por una serie de prisioneros de un campo de concentración soviético en su huida hacia la libertad, atravesando Siberia, Mongolia, El Tibet y llegando por fin a La India. Esto da oportunidad de retratar unos paisajes espectaculares y crear unos efectos visuales realmente bellos (el espejismo en el desierto está conseguidísimo)
Peter Weir no le da importancia al hecho de la fuga, apenas emplea tiempo en mostrar los preparativos y ni siquiera muestra el acto en si de la escapada. Esto no me parece mal en sí, está claro que el director ha preferido centrarse en otros aspectos de la historia. ¿Pero cuáles son?
Desde luego no pierde mucho metraje en describir los caracteres de los fugados. Salvo quizás dos de ellos (el estadounidense interpretado por Ed Harris y el asesino ruso al que da vida Colin Farrell) los personajes, incluido el supuesto protagonista, están descritos a brochazos, apenas hay referencias que los distingan unos de otros, y las pocas que hay aparecen a veces bastante avanzada la historia. ¿A todo el que ve la película le queda claro siempre quién es el que dibuja bien, quién es el cocinero, quién el sacerdote?
Cuando se da una pista que parece que va a ser crucial para el desarrollo de un personaje e incluso del devenir de la historia (la supuesta bondad del fugado polaco señalada por Ed Harris al principio de la película), al final no tiene la menor trascendencia en el transcurso de las más de dos horas de metraje.
Parece ser que todo esto está basado en una historia real. Si es así lo que viene a continuación sobra, pero no me resisto a escribirlo: En muchas ocasiones se abusa de tópicos, de esos que chirrían. ¿Es creíble la aparición de la chica en mitad de la nada? ¿O se debe simplemente a que la historia queda más atractiva incluyendo un personaje femenino? El sádico asesino interpretado por Colin Farrell, qué bonito queda el que al final renuncie a la libertad reconociéndose incapaz de desenvolverse fuera de una cárcel (esto viene saliendo en las películas carcelarias desde los años 30). Por no hablar del evadido ciego (tampoco es nuevo en una película de fugas, qué se lo pregunten a John Sturges y su "Gran Evasión"), aunque este al menos da pie en sus secuencias finales a unos de los momentos más líricos de la película.
A pesar de su escasa profundidad, ya sea por la fotografía, por la música, por los paisajes, o porque los pobres fugados, se tenga claro o no quién es quién, sufren mucho, pasan hambre, les pican los mosquitos y se les hinchan los pies, la película consigue alcanzar en muchas ocasiones aliento épico y dar una sensación de grandeza visual a lo "Lawrence de Arabia" que es de agradecer. Hay que verla como un gran espectáculo a lo National Geographic (que de hecho son productores, según se lee en los créditos), y pensar que un Peter Weir más inspirado hubiera conseguido una obra maestra con este material.
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