
Se mira, pero no se toca
Sin spoilers
Antes de comenzar esta crítica, me gustaría dejar claro que yo soy un arduo defensor de las películas de Capra, de finales felices, de que los buenos siempre ganan, de que el hombre al final abandonará toda maldad para sacrificarse por los demás.
Esta película es el alter ego maligno de mi idea sobre el hombre, una especie de antítesis de mi esperanza. Pero no por ello la detesto, si no que la admiro, por su propuesta minimalista, su originalidad, y sobretodo, por haber contradicho por completo mis ideales. Y es que a veces necesitamos ver la otra cara de la moneda. Lars von Trier nos ofrece un film único, mensaje puro, que evidentemente solo ha de influir en nosotros como ejercicio de meditación y nunca más allá. Se mira, pero no se toca.
La película es desde el principio desconcertante, al ver la simplificación extrema del pueblo en el que se desarrolla la historia. La presentación del problema y del temor de sus personajes, que pronto se convierte en compasión. Cuan equivocada es esta afirmación, como se verá más adelante. La trama nos engaña, nos hace ver que el hombre puede ir corrompiéndose al tener en sus manos la vida de una persona. Al final, las almas puras se corroen, la moral se entierra. La venganza sustituye a la esperanza, la conmoción, en drama.
Tal vez la intención didáctica del film sea mostrarnos lo mucho que nos podemos equivocar al creer ciegamente en otras personas, que la confianza en los demás no siempre nos será correspondida, o simplemente que Trier busca reivindicar una ideología marginada por todos, pero que inevitablemente, y por mucho que tratemos de ocultarlo, siempre seremos conscientes de que está ahí, y que puede ser tan cierta como la más benigna de las voluntades.
Críticas de los usuarios