
La rebelión de la naturaleza
Sin spoilers
Cuando salí a la calle al día siguiente tras ver El Incidente, hacía buen tiempo y con una suave brisa que mecía las copas de los árboles. Ese suave balanceo de las ramas y las hojas ya jamás volvería a ser igual que antes y una cierta inquietud se apoderó de mí.
Son muchas las películas, por no decir casi todas, las que se valen de un protagonista masculino, otro femenino y algunos niños (copando así a toda la familia y que no quede ningún sentimiento suelto) para ponerlos al frente de una situación difícil. Si nos remontamos en el tiempo, una de las primeras películas en beneficiarse de este plantel fue la exitosa Parque Jurásico, que sentó a toda la familia frente a la pantalla del cine para proponerles una situación imaginaria pero posible en el futuro. El Incidente repite este mismo guión. Una situación ficticia, pero que en un futuro podría llegar a suceder.
Son muchos los interrogantes que se presentan al principio del film, pero estos quedan ya claros mediante algunas imágenes previas a algunos de los incidentes en masa. Por lo tanto, toda esa información mediática que nos ofrecieron antes de estrenar El Incidente, se queda en un segundo plano. Lo que está ocurriendo pasa a un lugar poco relevante una vez lo descubrimos para centrarnos en el “qué pasará después”.
Desde ese momento hasta el final de la película, todo consiste en ser meros espectadores de lo que va pasando, en una sucesión de hechos más o menos inquietantes, como ver a una señora mayor golpear los cristales de su propia casa con su propia cabeza, pasando por pequeños cabos sueltos en el guión, como por ejemplo ver cómo una gran cantidad de gente se traslada en tren para huir, les paran en un pueblo abandonados a su suerte y de repente, cuando deciden escapar tras ver las noticias en un tv de un bar, ya tenían todos sus coches preparados a la salida del establecimiento, algo que deja al espectador con la sensación de no estar viendo un planteamiento serio.
Tampoco es de recibo el final de la película, un final trillado que hemos visto en innumerables ocasiones y que los directores y guionistas siempre emplean para no dejar cerrada nunca la posibilidad a segundas partes.
Al margen de esto, es un film entretenido que durante sus primeros compases y durante su transcurso nos hace pensar en el poder de la naturaleza y en cómo estamos invadiendo y menospreciando otras formas de vida que nos suelen pasar desapercibidas en nuestras tareas cotidianas. Mira la película, sal ahí fuera y respira hondo mientras ves mecerse de un lado a otro las hojas. Quizá el oxígeno que respiras deberías valorarlo más.
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