Viaje con moraleja

Ante la falta de imaginación imperante en la industria del cine, nunca está de más adaptar un bestseller para que los fans acudan en masa a las salas. Así se ha hecho con De la India a París en un armario de Ikea y, como no lo hemos leído, solo podemos esperar que el libro no sea tan deficiente como lo es su película.

El film narra las increíbles aventuras de Aja: un joven indio que, tras morir su madre, decide viajar a la capital francesa para encontrar al padre que nunca conoció. Por el camino, viajará de una ciudad a otra contra su voluntad, mientras conoce a individuos muy peculiares y a la mujer de sus sueños.

Uno de los principales problemas de la cinta que nos ocupa es que está tan inundada de intenciones nobles que apenas arriesga, y se desvive por ser amable y neutral en situaciones en las que debería ser más cruda. Sus responsables están demasiado obsesionados por agradar al espectador con su mensaje feel-good y acaban creando un producto muy poco natural, que solo nos deja un par de situaciones cómicas servibles y que se podría haber ahorrado todo el sentimentalismo barato con el que aplacar al público menos exigente. Escaso interés.