
Una película tan simple como compleja, como la vida misma.
Sin spoilers
Humilde pero a la vez grandiosa, y tan simple que resulta compleja. Y es que la "bomba" de sentimientos que logra realizar el director Peter Weir ("Master and Commander", "El club de los poetas muertos") pocas veces se da en el séptimo arte.
"El show de Truman", aunque a primera vista puede parecer una película simple y plana, termina convirtiéndose en una compleja trama platoniana que, ante el asombro del espectador, no deja entrever si no la vida real en la que estamos inmersos.
La sobreactuación de los personajes puede parecernos en un principio un indicio de que nos encontramos ante una película barata, pero poco a poco nos vamos dando cuenta de la realidad, vamos desenredando los hilos, y nos convertimos sin quererlo en otro espectador más del circo social en el que se encuentra el personaje Truman Burbank (interpretado adecuadamente por Jim Carrey).
El personaje principal nos llega realmente a causar lástima en muchas ocasiones. Sentimos lástima por él ya que no puede conocer la verdad, ya que no es consciente de lo que ocurre a su alrededor, pero finalmente (y para mal de algunos ignorantes) sentimos lástima por nosotros mismos, porque al final descubrimos que la película es un perfecto símil de nuestra propia vida, siendo todos nosotros el pobre Truman.
En cuanto a la actuación, aparte de la buena actuación de Jim Carrey, cabe destacar la magnífica interpretación de Ed Harris, que con una credibilidad impresionante da vida al "Gran Hermano", antagonista incomprendido.
Una película con una perfecta alusión al mito de la caverna de Platón que dice las cosas muy claras, y que tiene muchas interpretaciones. Una película simple para el espectador que no quiera salir de la caverna y se quiera conformar con la historia, y compleja para quien se decida a salir de las sombras y ver la luz del sol.
Película sobresaliente donde las haya y muy recomendable.
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