Distraida, y poco más

Dirigida por Mike Binder (Más allá del odio, Diario de un ejecutivo agresivo) y protagonizada por Adam Sandler (Ejecutivo agresivo, 50 primeras citas) y Don Cheadle (Hotel Ruanda, Crash), En algún lugar de la memoria, traducida también como El poder de la amistad (si bien su título original, Reign over me, nada tiene que con ninguna de estas traducciones), es un título más a añadir a la creciente lista de películas que, de un modo u otro, abordan los hechos y/o las consecuencias surgidas a raíz del terrible atentado a las torres gemelas del 11 de septiembre.

En algún lugar de la memoria cuenta la historia de Alan (Don Cheadle), un odontólogo aparentemente bien asentado y felizmente casado, que un día se encuentra por la calle a Charlie (Adam Sandler), su antiguo compañero de habitación en la universidad, quien perdió a su mujer y a sus tres hijas durante los atentados del 11-S; al descubrir las terribles secuelas que tan trágico acontecimiento ha provocado en la vida de Charlie, Alan tratará de recobrar su amistad y ayudarle a reintegrarse en la sociedad, de la cual se ha mantenido totalmente alienado a través de la música y los videojuegos, obligándose a sí mismo a renegar de su propio pasado.

En algún lugar de la memoria tenía todos los boletos para ser un melodrama en toda regla, pero lo cierto es que, por suerte, no es así. Más enfocada a reflejar los reencontrados lazos de amistad entre dos antiguos amigos que los atentados propiamente dichos, la película de Mike Binder oscila entre la comedia y el drama a partes iguales, añadiendo varias subtramas más o menos afortunadas, tomando sobretodo como referente al personaje de Don Cheadle.

Y es que Charlie, a pesar de todos sus trastornos, obsesiones y ataques de ira, vive en una idílica burbuja aislada del mundano día a día, del trabajo y las responsabilidades, por lo que Alan no puede dejar de sentir cierta envidia si compara ese modo de vida con el suyo, donde la familia y el trabajo tienen preferencia abosluta ante sus propios anhelos.

Como decía, la mayor parte del metraje de En algún lugar de la memoria trata de omitir los atentados del 11-S, al menos hasta su tramo final, centrándose en una simpática y, a ratos, divertida historia de amistad que más parece querer mostrarnos una suerte de retorno a la inocencia por parte de Alan que los profundos traumas de Charlie. Y es que Don Cheadle es mucho mejor actor que Adam Sandler, y la abrumadora distancia interpretativa que los separa se refleja en la película, en la cual Adam Sandler se limita a poner cara de cordero degollado o a tratar de reflejar un eterno estado de shock, mientras que Don Cheadle se ve obligado a llevar todo el peso de la película, con la ayuda de secundarios como Liv Tyler o Jada Pinkett Smith.

Pero no debemos olvidar que En algún lugar de la memoria es una manufactura estadounidense, por lo que la película no consigue librarse del todo ni de la moralina ni de un relativo happy ending, la primera orquestada por un Donald Sutherland encarnando al juez que debe decidir si Adam debe o no ingresar en un psiquiátrico, y el segundo por el personaje

interpretado por Saffron Burrows, totalmente forzado e innecesario y que, por suerte, no queda sino en un intuido conato de historia de amor.

En resumen: distraida película que huye, aunque no totalmente, de la lagrimilla fácil, aunque más que una buena película se trata de una película mejor de lo que uno podría esperar.