
Despilfarro estético
Sin spoilers
120 minutos que podían haberse resumido en 30. Todos los minutos de más, son un despilfarro estético. Unos personajes poco o nada creíbles que en ningún momento desvelan nada de sus vidas. Muchas de las escenas son pedazos de otras películas, los gestos, las poses, lo que se dicen entre sí. Una especie de collage sin quererlo, que resulta estereotipado y asfixia la frescura, para cuando nos quieren sorprender nos encuentran dormidos.
La relación entre lo real, lo simbólico y lo imaginario es una ecuación que jamás se han planteado su director. Una historia muy poco trabajada, sin dobles lecturas, sin profundidad, llenas de ideas inconexas.
Quiero pensar que es un error de última hora, pero los diálogos son insoportables. Resulta pretenciosa y es una pena despanzurrar los espléndidos escuadres, la iluminación, el color, la luz, los planos... que contiene para contar semejante historia. Falta la dimensión introspectiva y compleja de la naturaleza humana... cosa que no encaja con la condición de genios de sus personajes principales que son extremadamente simples.
El personaje de Lluís Homar es el contrapunto de tanto despropósito. Si bien, difícilmente puede este hombre parecer robótico no es poco creíble como los personajes principales, ya sea por su experiencia o por sus extraordinarias cualidades interpretativas el mayordomo es el ser más complejo de toda la película.
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