Nada de Glamour

Lejos del glamour de Bogart, ni de Cagney, ni de Pacino o De Niro, en "Gomorra" hay goteras, miseria y suciedad. Narrada en clave social, y con elementos del género documental, Garrone ha tenido mucha inteligencia a la hora de imponer un ritmo casi cotidiano a la génesis de la delincuencia, tomada ya como algo absolutamente natural en una sociedad corrompida desde su adolescencia. El viaje iniciático que realizan varios de los personajes está bastante alejado del que relizó Ray Liotta en "Uno de los nuestros", pero comparte la misma fascinación por el poder, el reconocimiento y la búsqueda de una salida gloriosa de la mediocridad. Pero "Gomorra" va mucho más allá; ahora el control del crimen organizado no solo está en las habituales redes fueras de la ley -como pueden ser la prostitución, los sindicatos del transporte o la droga- sino también en la ilegalidad de procesos como los talleres de confección ilegales o los vertidos tóxicos: el interés descarnado más allá de la violencia física, muchísimo más cruel que el más cruel de los ajustes de cuentas, porque aqui todo se ajusta al milímetro, y al momento. Nadie se escapa de ese orden establecido, consensuado y admitidos. Tras haber cosechado éxitos internacionales en Cannes y en Berlín, la Gala inaugural del Sevilla Festival de Cine ofreció esta magnífico primer plato de cine para la sección oficial a todos los comensales, que disfrutaron de esta obra que marcará un hito, tanto en el cine social como en el cine de género. Tanto en el cine europeo, como en el cine mundial. Con la presencia del director Matteo Garrone, y del autor de la controvertida novela, Roberto Saviano -que está amenazado de muerte por la Camorra Napolitana y viaja siempre con un gran dispositivo de seguridad- ha sido uno de los grandes títulos de la pasada edición de la muestra hispalense. Es una cinta poderosa, con sabor agridulce y nada agradable de ver, porque aqui no hay glamour alguno. Solo corrupción, que a la postre, es lo que es la mafia.