
Los Zetas se hacen con el mundo en un film frenético
Sin spoilers
Guerra Mundial Z me ha sabido a poco, pero no en el mal sentido. Su ritmo es tan trepidante y transcurre a una velocidad tal que sus escenas parecen estar recortadas excesivamente y cada una de ellas te deja con una miel en los labios que desearías que durara eternamente.
No hay ni rastro de los problemas que la cinta experimentó en su rodaje. Al menos no se notan si uno no está dispuesto a verlos (aquellos que los busquen seguramente los encuentren, eso y cualquier cosa que se propongan). Y tampoco el final deja nada que desear (como esos que decían que no tenía), y me parece bastante adecuado. La película se mueve por diferentes escenarios para mostrarnos la batalla personal que Gerry Lane (Brad Pitt) lleva a cabo en contra de una pandemia decidida a acabar con la humanidad, y por eso Pitt es nuestro guía y pilar a lo largo de esta aventura. No llega a ser una guerra con múltiples frentes a pesar de su perspectiva a gran escala, sino que el viaje que el protagonista se ve obligado a llevar resulta ser casualmente una vuelta al mundo.
Marc Foster y el reparto hacen lo justo y necesario para cumplir con un producto muy satisfactorio. Ni uno ni otro se merecen grandes reseñas por personalidad o brillantez. Son, simplemente, muy eficientes.
Aquí lo que nos importaba a todos era el enfoque global que se le iba a dar a estos zombies herederos de la fantástica novela de Max Brooks, y el modo del que se iba a trasladar a la pantalla una historia tan grande. No, no estamos ante la personificación visual del libro, ni ante una sátira política o social sin pelos en la lengua como era aquel, pero como puro blockbuster veraniego Guerra Mundial Z impone ejemplo, sabiendo explotar la acción al máximo nivel sin dejar de ser bastante inteligente.
Y es que Guerra Mundial Z toca levemente algunos temas realmente interesantes que sin duda a Hollywood no le ha interesado desarrollar más, pero que nos dejan intuir que tras unos espectaculares efectos especiales y unas persecuciones que quitan la respiración hay un trasfondo de crítica y de reflexiones un poco más profundas. La intro ya nos presenta flashes sobre el estado actual de nuestro mundo, los problemas que el ser humano causa en él... y la clara relación que los zetas tendrán con la naturaleza más tarde -también mostrada en la intro- dejará más claro lo que se nos quiere decir. Además de las referencias políticas a ciertos países, así como sombras oscuras del pasado de alguno de ellos como condicionantes de las decisiones que se toman ante tal devastadora crisis.
Como decía antes, el objetivo de la cámara se fija en Brad Pitt para seguirle la pista en todo momento. Y a veces, inmersos ya en ese enfoque global, nos gustaría detenernos un poco más en el caos, en las batallas, y en el terror que las hordas zombies causan al frente humano. Lo que en el libro se hace llamar "El Gran Pánico" aquí se sobrepasa en apenas unos minutos, y con todo su potencial es una gran pena, ya que no llegamos a ver con claridad la reacción de la humanidad ante la expansión zombie. En cambio, corremos tan rápido como lo hace Pitt y no miramos atrás. Una lástima. Esperemos que podamos hacerlo en la secuela o próximas películas. Otro de los factores que pueda ser causante de que estas escenas frenéticas nos sepan a poco, es que casi todas han sido mostradas en el material promocional, y los que hemos estado varios meses esperando con ansias este estreno nos las sabemos ya de memoria... mea culpa.
El film tiene sus escenas fuertes, pero no tantas ni tan viscerales como me hubiera gustado. Cuidado, no estoy hablando de la sangre. No considero necesaria la sangre. Hablo del terror, de la muerte, del impacto de un suceso tan terrible como podría ser que las personas se reanimaran convertidas en canívales muertos. Algunos detalles más macabros, más devastadores, más brutales le hubieran sentado bien a Guerra Mundial Z para helarnos la sangre ante un panorama de muerte y destrucción, pero quizás eso hubiera subido la calificación por edades estadounidense, quién sabe.
Sólo puedo esperar que en futuras secuelas cuiden un poco más el presupuesto para que se atrevan con algo un pelín más fuerte y más atrevido. Y repito, no hablo de la sangre.
En conclusión, la nueva película de zombies de Brad Pitt es grande, y frenética, y llena de tensión que apenas deja respirar. Pero esa velocidad tan abrumadora hace que sintamos ganas de detenernos un momento y observar la devastación tras los pasos de Gerry Lane. Al final, cuando los personajes se sientan y nos replanteamos lo ocurrido, somos conscientes de la magnitud de la tragedia, y eso acaba resultando más interesante. Más allá de estos deseos personales, hay que aplaudir la eficiencia de la historia y las formas a través de las cuales ha sabido ser original. Esos puntos de sorpresa y esa adrenalina que nos hace liberar la convierten en una montaña rusa digna del fin del mundo, digna de la primera película global de zombies. ¡Demonios! Esto es poco, quiero más.
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