¿Esperanza? ¿Qué es eso?

Una agradable sorpresa, sí señor.

Lo cierto es que me esperaba un producto más próximo a Rebelión en las aulas que a otra cosa, más aún teniendo en cuenta que Half Nelson compartía cartelera con Diarios de la calle.

Pero no.

Dirigida por Ryan Fleck y protagonizada por Ryan Gosling, Half Nelson cuenta la historia o, más bien, el día a día de Dan, un profesor de instituto en Brooklyn. Incapaz de dejar de manera definitiva las drogas que acabaron con su anterior relación, Dan utiliza el crack como esporádica válvula de escape para el sinsetido de su vida. Pero un día, tras reencontrarse con su antigua pareja durante un partido de baloncesto del instituto, Dan (Ryan Gosling) es incapaz de soportar la presión y se esconde en el vestuario de las chicas para fumar un poco de crack, siendo descubierto por Drey (Shareeka Epps). A partir de entonces, la relación entre profesor y alumno trascenderá a otra de amistad y complicidad.

A primera vista, la película parece querer tomar varias direcciones distintas a la vez, desde la típica relación profesor blanco-alumno de color, al no menos tópico sermón contra las drogas. Pero, a medida que Half Nelson avanza, y a pesar de esos constantes guiños (sobretodo por su relación con una de sus alumnas), la película se convierte en un drama filmado con planos de documental de cómo Dan se va deteriorando, ya sea a causa de las drogas, sea a causa de sus problemas personales, debatiéndonos entre si las drogas le han conducido a tal punto de desasosiego interior, o si dicho desasosiego le ha conducido a éstas.

Lo cierto es Half Nelson podría prescindir de ciertas secuencias que parecen actuar de mero relleno, como las clases de historia que Dan trata de amenizar, o incluso la propia relación entre Drey y su profesor, pues Half Nelson es un monólogo en el que Ryan Gosling acapara toda la atención durante 100 minutos, y sale victorioso.

Deprimente y desazonadora, Half Nelson parece mostrarnos la luz al final del túnel en varias ocasiones, pero siempre termina cerrándonos la puerta en las narices, ofreciendo un retrato bastante más real de lo habitual del mundo de las drogas, de la rutina de su adicción, sin imágenes sacadas del The wall de Pink Floyd danzando en la mente del adicto ni cosas similares; el tedio, la futilidad de su trabajo, el distanciamiento con su familia, o sus poco afortunadas relaciones de pareja, son los motivos por los que Dan termina reincidiendo en sus antiguos hábitos, destruyendo por completo lo poco que había logrado construir en su vida.

Por otro lado tenemos a Drey, una adolescente de familia pobre, con un padre desaparecido, y que sobrevive gracias al mal pagado trabajo de su madre y el dinero obtenido por las drogas que un amigo de su hermano, que está en la cárcel, le ofrece de vez en cuando.

Como decía, Half Nelson se centra en el personaje de Dan, y el resto de sus hilos argumentales parecen carecer de interés, al menos hasta el momento en el que las horas más bajas de uno se encuentran con las de la otra, en la que sin duda es la secuencia más dramática de toda la película y que, sencillamente, es digna de recordar.

No hace mucho, en mi crítica sobre la también en cartelera Candy, decía de ella que se distanciaba del género por su sobriedad, pero que flaqueaba tanto por sus aires de sermón dominical como por su falta de crudeza. Pues bien, en Half Nelson teneis la contrapartida: la película de Ryan Fleck transforma la crudeza en tedio, convierte el adoctrinamiento en documental, y nos ofrece un gran retrato, terriblemente real, del mundo de las drogas.