Crítica de "High-Rise"
Sin spoilers
-Moderadamente inteligente y transgresora, es sin embargo una película inusual, hipnótica y de acceso arduo y limitado;que licua tus ideas y se bebe el cóctel resultante. Un fatalista y distópico placer culpable.
-Wheatley se introduce en el caos y en él haya la belleza, la poesía, la filosofía y un inquietante desasosiego entre contenido y neurótico.
Seguramente todas las reseñas sobre esta película comenzarán hablando de Cronenberg, Crash y evidentemente del autor de la novela homónima en la que se basa esta película, J.G. Ballard. Puede que también mencionen a Spielberg y las adaptaciones menores de Weiss y Nordlund. Un servidor prefiere hablar un poco de Ben Wheatley para a continuación hablar sobre la película. Este cineasta y guionista británico ha ido ganando incondicionales con cada nuevo proyecto, especialmente tras Sightseers y la maravillosamente inclasificable A Field in England. Y claro, ahora que decide adaptar a un genio tan retorcido como Ballard, las alarmas saltan y su nuevo proyecto se convierte en uno de los más esperados del año. De la adaptación textual se encarga una colaboradora habitual, la guionista Amy Jump. Y en el terreno actoral tenemos un reparto muy potente, encabezado por el cada vez más interesante Tom Hiddleston y secundando -entre otros- por: Sienna Miller, Jeremy Irons, Luke Evans, Elisabeth Moss y James Purefoy. Dicho esto me voy directamente a exponer si Wheatley ha logrado adaptar a Ballard con la rabiosa pureza tan propia del autor.
Aunque director y guionista han logrado una extraña conexión con Ballard en la esencia y la atmósfera de la película, se quedan muy lejos de lograr una obra de semejante relevancia y vastedad a la novela y en general toda la obra del autor. No obstante y aunque el experimento sea en varios sentidos fallido, también posee algunas virtudes capaces de saciar y fatigar incluso al cinéfilo más voraz. Empieza la película y ahí estamos, de una patada somos introducidos a un extraño mundo (La torre Elysium) de imponente arquitectura y un variopinto cuadro de personajes que acaba ligeramente desperdiciado (con excepciones). Cosa sin importancia, pues lo importante aquí es el colectivo, la masa, y no los sujetos individuales que no concuerdan dentro de un canon social establecido. Este último sería nuestro protagonista, Robert Laing. Una perturbación en un pequeño universo vertical, un nódulo que sobresale casi imperceptible (o todo lo contrario) en medio de una pared totalmente lisa, un raro y autosuficiente espécimen que se esconde a plena vista, y por ende un héroe Byroniano mutado convenientemente en el necesario antihéroe Ballardiano, perfectamente asimilado en la figura de Hiddleston. Posicionado en el medio entre otros dos sujetos claramente destacables, los personajes de Irons y Evans. Todo esos personajes son las células de esa red de arterias, la materia orgánica de un microcosmos de cuerpos copulando, golpeándose, bailando, drogándose, destruyéndose mutuamente y autodestruyéndose; un proceso que concluye con la hedionda supervivencia entre los restos descompuestos de un intento de civilización, fallido por sus propios términos que no tenían en cuenta lo más primitivo e instintivo de su cínica fórmula. Una sociedad podrida desde sus cimientos. Y un descenso a los infiernos en forma de coreografía de lirismo atronador e inquietante (que no por ello menos atrayente) acerca de la brutalidad humana enmarcada en una lucha de clases, una guerra civil en la que cada bando lo define la nivelación de cada habitante.
Y en todo esto la coherencia no tiene cabida, encontrando el espectador constantes saltos espaciales, situaciones del todo confusas y la enrevesada simplicidad de una vorágine, una anarquía absoluta. Así es como Wheatley ha creado su propio retrato del caos, su radiografía de un mundo muy cercano al nuestro, al actual, de un futuro aciago de corte premonitorio y de un ser humano tan ruin y loco como el real. Por supuesto hay que decir que el caos no se introduce con sutileza, sino que penetra en el edificio y en la película (imposible no pensar en Shivers de Cronenberg) de forma tajante, violenta, abrupta; algo que puede no caer bien a un público acostumbrado a un cine de digestión sencilla, cuya atención puede ir diluyéndose con el paso de los minutos pasada la primera hora. Y es probable al igual, que muchos acusen al filme de que más allá de su vigorosa apuesta formal repleta de brillantes soluciones visuales (caleidoscopio, melocotones, etc), se encuentre una obra distante, de visión extremadamente analítica; lo cual hace difícil la conexión y más concretamente el posicionamiento o la participación del espectador. Pues bien, realmente la veo una decisión sumamente correcta para mostrarnos el proceso de evolución -o involución- del ser humano hacia una completa perdida emocional y de empatía, hacia la frialdad. Retornando a un entorno psicológico/social/mental basado únicamente en la satisfacción de los deseos más primarios. Quizás el problema más grande al que se enfrenta la cinta es que su ambición la traiciona como arma de doble filo que es. Es una propuesta de pretensiones tan densas que es lógico que una gran parte de sus aspiraciones se desinflen. En ese sentido guionista y director juguetean con muchos temas y reflexiones entre sus dedos, pero sin abordarlos con la profundidad necesaria. Por último elogiar el trabajo de Clint Mansell (Cisne Negro, Moon) en la banda sonora.
Un filme que capta sin duda el canibalismo y la furia de Ballard aunque se diluye en cuanto a la complejidad y la fascinación de sus textos. Wheatley y Jump han mantenido la sustancia y se han ido por caminos diferentes con una obra "kubrickiana"de hipnótico apartado visual y una larga lista de temas universales entre los que podemos encontrar: el aislamiento, la necesidad de ser aceptado, la indispensabilidad de la tecnología en la vida moderna, la lucha de clases, la culpa, el ansia de poder y una suerte de pesadilla Kafkiana. Fácilmente se pueden citar películas y libros que vienen a la mente al verla, sin embargo es a su modo una criatura única en su especie. Una propuesta que inicia o bien define a la perfección, la corriente neorrealista del scifi moderno. High-Rise es una buena película que cogerá más cuerpo con los visionados y que tiene todos los ingredientes para que cierto segmento del público la convierta instantáneamente en una obra de culto.
Crítica eCartelera
'High-Rise': extravagancia en las alturas
Críticas de los usuarios
Cinefiloman
High-Rise es quizás la película más simbólica que haya visto de Ben Wheatly. Entre la ciencia-ficción y la distopía, este sorprendente director inglés, entomólogo, nada compasivo del hombre, hace lo que todo científico de laboratorio. Crear un escenario, un ambiente, un microcosmos en el que experimentar o intentar reflejar toda la variedad y ...Leer más
alesnake22
-Moderadamente inteligente y transgresora, es sin embargo una película inusual, hipnótica y de acceso arduo y limitado;que licua tus ideas y se bebe el cóctel resultante. Un fatalista y distópico placer culpable.
-Wheatley se introduce en el caos y en él haya la belleza, la poesía, la filosofía y un inquietante desasosiego entre contenido y ...Leer más
malloc
Es una lástima que una historia tan buena como la que construye J. G. Ballard en 'High-Rise' pase desapercibida en su trasvase cinematográfico. A priori, y durante los primeros minutos de la cinta, todo apunta muy alto: un espléndido planteamiento (un edificio como microcosmos), ambientación genial (los 60's), intérpretes de primera (con Tom Hiddleston ...Leer más
Críticas de los medios
Hitfix
Wheatley tiene que ver con el control de tono y la forma en que está usando esta gran metáfora. Su película está viva con el comportamiento humano, aumentada a veces y estilizada como si fuera el infierno, pero de forma viva e identificables, crepitante con una energía malvada.
El Mundo
Un ambicioso y kubrickiano viaje al corazón de la demencia. (...) El impacto que produce la película (...) coloca al director británico en otra liga, determinado a competir con los más grandes cineastas del cine contemporáneo.
Empire
Completamente loco. No hay que esperar un thriller en el sentido de asiento de última generación, pero estarán encantados, y con repulsión, por esta adaptación audaz, fiel a la imagen cada vez más clarividente de Ballard y de la distensión del primer mundo.
Screen Daily
Trabajando con el escritor (y co-editor) Amy Jump otra vez , Wheatley se adentra en el texto profético de 1975, entregando una interpretación compleja y fluida que es respetuosa y casi fiel mientras que continúa siendo su propia bestia hermosa y loca.
The Telegraph
El concepto de Ballard es meticulosamente como un amor recreado, como una pieza de museo en sí mismo. Pero el tono es siempre más divertido que preocupante, una broma de humor negro, que no dice nada nuevo.
Indiewire
'High-Rise' no es un logro del todo coherente, pero es parte de su atractivo estrafalario. Mientras que en cierta manera es su película más débil, se mantiene el valor de entretenimiento mórbido que se encuentra en todo el trabajo de Wheatley, mientras se marca un paso ambicioso en escala.
Fotogramas
La propuesta más salvaje, arty y ambiciosa de la carrera del cineasta británico. No apta para estómagos cinéfilos de ligera digestión.
Cinemanía
Funciona, pese a la desmesura (...) Este edificio ordenado por castas, una Babel distópica inmobiliaria en manos de la clases altas, acaba aturdiendo, pero aguanta el envite, logro de cineasta tozudo.
Variety
Lo que comenzó como una alegoría y crítica en la lucha de clases abierta se convierte en un escaparate para la anarquía estilística, en el que la orgía subsiguiente de sexo y violencia sirve para justificar una ruptura casi total de la forma cinematográfica.
The Playlist
La guionista Amy Jump y el director Ben Wheatley están menos preocupados con el mensaje que con la locura, y su imagen resultante es más pesada en el estilo que la sustancia.
The Hollywood Reporter
Es verdad que es mejor hacer un pinchazo ambicioso que un éxito aburrido. Una película verdaderamente desastre, en todos los sentidos, 'High-Rise' es básicamente un ambicioso y brillante fracaso.
The Guardian
Wheatley ha hecho de 'High-Rise' su historia, en vez de la de Ballard. Está bien, pero inafortunadamente, es menos interesante.
El País
He visto una tontería excesiva (...) para que exhiba sin descanso y gratuitamente la primera idiotez presuntamente brillante que se le ha ocurrido al creador sobre la marcha.
ABC
Sobre el caos, la demencia y la inanez vuelan efectivamente varias simbologías a propósito del mundo que construimos, y el hecho de que resulten tópicas y algo tontuelas no les quita ese amargor de fin de fiesta.