Follar nunca fue tan fácil como en Hostel.

Se nos presenta a 3 imbéciles que están recorriendo Europa en lo que es su particular ' ruta del sexo'. Ya hay que subnormal y patético como para hacer eso y además de ese modo tan cutre; en principio son solo 2 y dan la sensación de ser demasiado pringados. Queda más que evidente que los protagonistas están lejos de ser los estereotipos de chavales triunfadores, típico de pelis americanas, son unos fracasados. Además, es bastante patético que se tengan que ir al quinto coño para follar, si se va a hacer eso hay que ir con más peña, ser más guay y liarla. Suena de culo, a lo más inmaduro y canalla no poder, valores me imagino que repelentes para ustedes, mis sabios lectores, pero es la verdad.

Aunque los 3 poseen matices bien diferenciados, uno es el soso, al otro hay que hacerle un croquis para explicar cómo se tiene que meterla, y luego está el que hace el papel de 'líder de los pringados', que es quizás un poco más desenvuelto que los pardillos a los que encabeza. Las reacciones son previsibles, sabes cómo se va a comportar cada uno. Es una película corta, apenas dura 85 minutos, y en los primeros 30 no queda claro el tipo de género que estás presenciando; esto más bien parece una porno. Tetas a raudales, y de las gordas, gestos obscenos... Solo ha faltado ver cómo se metía el pene por la vagina, pero como ya digo con ganas no se han quedado. No, Eli Roth y Quentin Tarantino han manifestado a todo el público su predilección común, su amor por lo perverso. Desde luego a esos dos nunca les va a faltar tema de conversación.

Pasado el primer tercio, después de acabarse los planos que muestran el folleteo de guarras, el islandés ha desaparecido. En la siguiente instantánea aparece ya con la cabeza separada del cuerpo. Entonces ahí los dos bobos comienzan a sospechar que las guarras viciosas a las que se estaban follando la noche antes pueden saber algo... No obstante prefieren pensar que el islandés se ha pirado y se inclinan por la opción de irse de fiesta, de follarse una vez más a esas guarras y partir al día siguiente a Barcelona a rematar el viaje a lo grande. Tal cual. Convence al tímido pringado (el cual ha follado, ojo (!), de ahí mi título) de ir a la fiesta, si bien reacciona, aunque ya tarde, nota que algo va mal. Le echan algo en la bebida, se marea y se despierta a la mañana siguiente en el almacén del bar. El tonto, se fue también impedido con una chica. El siguiente plano que vemos de él es la de un siniestro carnicero que arroja sus extremidades de una carretilla repleta de despojos humanos y vísceras varias, al fuego. Así, una por una. A partir de ahí el terror, la sensación de inquietud, ya comenzadas antes, se van desarrollando correctamente, tomando un sentido trepidante, espeluznante y de lo más aterrador, para desembocar en un desenlace sorprendente, - y que a diferencia de otras películas de terror, - da sentido a toda la trama, a todo lo ocurrido, y además de una forma muy convincente, algo completamente inusual. Hay que decir que ha logrado con creces su función: causar angustia, turbar, a la vez que entretener al espectador, que en este caso soy yo.

Lo que más me ha sorprendido es que al final el protagonista haya logrado sobrevivir, con dos dedos de menos, pero por lo demás ileso. Esto es algo nuevo y sorprendente, ya que las cosas le pintaban muy mal, y esos rara vez consiguen salir con vida.

También me ha descolocado el hecho de que los niños sean un tanto imparciales, me refiero a que se decanten al mejor postor; en la huida, el protagonista les da a los niños una bolsa entera de chuches y los críos no solo que le dejan pasar, sino que apedrean hasta la muerte a los dos perseguidores, cuando en 'Hostel 2' hostigan exclusivamente con sus acosos mortales a 'las presas'. Mientras tanto, al fondo, el niño 'jefe' contempla la escena con indiferencia sentado en una altura, a la vez que le pregunta con inocencia a otro niño:

<¿Quieres un chicle?>