
La luz que no pudo escapar de la noche quieta
Sin spoilers
Y tú mi padre, allí, en tu triste apogeo
maldice, bendice, que yo ahora imploro con la vehemencia de tus lágrimas.
No entres dócilmente en esa noche quieta.
Rabia, rabia contra la agonía de la luz
Sí, ese poema de Dylan Thomas que se repite una y otra vez durante la última megapelícula de Chris Nolan nos evoca la lucha constante del ser humano contra la muerte, contra esa noche quieta, y es que las casi tres horas de metraje de Interstellar se pueden resumir en eso, en ese inquebrantable espíritu de la supervivencia humana.
Nolan construye, creo que por primera vez en su filmografía, un drama familiar, un drama humano sólido y que realmente funciona y se sostiene de principio a fin, y lo coloca en medio de una impresionante odisea espacial que bebe del género pero a la vez incorpora una personalidad propia, añadiendo teorías físicas actuales, como principios de mecánica cuántica o nuevas dimensiones como en la teoría de cuerdas, una odisea como nunca antes se había filmado, y es que lo de odisea espacial no es gratuito, esta Interstellar venera mucho, muchísimo a la odisea de Kubrick, lo cual es bueno, pero también es peligroso y muy arriesgado, es quizás este hecho lo que hace a Interstellar una película enorme, compleja y emocionante, y a la vez se convierte en su mayor talón de Aquiles, porque muy que me pese, Interestellar se cae en el momento en que nos quiere cerrar y acotar un universo extraño e inabarcable, que ni sus propios creadores son capaces de comprender del todo, y mucho menos controlar y poner márgenes.
Y es que si Nolan tiene un defecto, ese es el de querer abarcar mucho y al mismo tiempo apretarlo todo bien apretado, es ahí cuando se abren las fisuras y los cabos se quedan a merced del viento, si la antes mencionada 2001 de Kubrick era tremendamente simbólica y extraña, abierta a la especulación, esta Interstellar, pese a que quiere ser mucho más rara y ambiciosa, no deja pie a la imaginación del espectador, continuamente tenemos a cualquiera de los muchos personajes que intervienen dándonos una explicación a lo que estamos viendo, como si no soportaran dejar las cosas en el aire a merced de lo que simplemente nos evocan, como si tuvieran miedo de que -y aquí hago especial hincapié- las IMPRESIONANTES imágenes que nos muestran en pantalla elevadas al infinito por la banda sonora de un Zimmer inspirado, se conviertan en pura poesía audiovisual, como si, todo tuviera que tener una explicación racional. Es ese complejo de profesor de universidad que tiene el director británico lo que le quita el encanto poético que pudo haber tenido esta película, y la convierte en un producto impresionante, cargado de emoción y emociones, una cinta que se nos quedará grabada en la memoria, pero no en la genialidad que pudo haber sido, y coño, como me jode esto, porque sí, podría haber sido una auténtica genialidad del cine.
McConaughey sigue demostrando que está en su mejor momento, esta inmenso, y el drama funciona casi que exclusivamente por él, el resto del reparto cumple con creces pero sin destacar demasiado, salvo Chastain que está casi a la altura de McConaughey teniendo un papel de mucho menos peso, la banda sonora es impresionante, IMPRESIONANTE, por ahí leí que Zimmer es un gran compositor de entornos sonoros más que de melodías reconocibles, y es cierto, en Interstellar Zimmer consigue plasmar ese universo sobrecogedor que vemos en imágenes, lleno de matices pero sin elementos que destaquen por sí solos, y lo convierte en música, absolutamente genial. Otro punto fuerte es que Nolan sigue queriendo utilizar los efectos digitales como herramientas para narrar, y no como una justificación en si misma, tal y como desgraciadamente ocurre en la mayor parte del cine espectáculo hoy en día, y en una película de esta magnitud es digno de admirar, y a la vista es digno de agradecer.
Interstellar es una gran película, una película enorme, me atrevería a decir que una de las mejores de los últimos años, en la que por fin Nolan demuestra que también sabe narrar desde la emoción humana, pero le sigue faltando confianza en el espectador, y lo que es peor, sigue queriendo filtrarse a sí mismo a través de la narración, imponiéndose a su obra y atándola demasiado en corto, hay veces que esto es positivo, pero en este caso mató la oportunidad de convertirla en su gran obra maestra y de encumbrarse en el género, así como en el cine en general, y por eso me da rabia, rabia, rabia contra la agonía de luz que Interstellar pudo haber arrojado sobre nosotros, pero que engulló como un agujero negro y la convirtió en fría y racional noche, noche quieta.
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