
Clint y el saber hacer
Sin spoilers
Invictus en manos de cualquier otro director habría caído con facilidad en la sensiblería y el artefacto propagandístico disfrazado espectáculo deportivo, pero Clint sabiamente roza todo esto, lo bordea, pero a excepción de en su su alargado tramo final, nunca parece llegar a caer en ello. Gracias a su formidable puesta en escena y a su sobriedad afrontando el texto le da empaque y solidez a un guión demasiado bienintencionado, en el que prácticamente se pontifica a la persona de Nelson Mandela (aunque para evitarlo Morgan Freeman nos otorga una de sus mejores actuaciones, aportando una gran personalidad, hondura a cada uno de los diálogos y actos de su persona) y cuyo mayor logro se asienta en la brillante perspectiva que refleja la situación de la época a través de las relaciones de los miembros de su seguridad, así como, y en menor medida, la del entorno del equipo nacional de Rugby. Quizá este el punto más débil del film, que ya sea por sobado o convencional, como película deportiva nunca llega a resultar creíble. Sólo nos queda así admirar una lección más de cine a cargo de Clint Eastwood, y otra nada desdeñable de humanidad que nos arroja la figura de Mandela.
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