Cuando Morgan Freeman se convirtio en Nelson Mandela

Ayer, por fin, después de mil vueltas, pude ver esta estupenda historia. No es ni mucho menos la mejor película de Clint Eastwood, pero en las dos horas y pico te mantiene con los ojos bien atentos a la pantalla porque consigue estar a la altura de la historia. Y si se hace con los servicios del gran Freeman para dar vida a un Nelson Mandela recién salido de la carcel y con la dificil tarea de conseguir que los habitantes de Sudáfrica dejen a un lado sus diferencias para poder sacar al país de la misera, pues el coctel puede ser explosivo. Y la guinda la pone un Matt Damon muy convincente en su papel de líder del equipo de Rugby que se llevó la gloria y consiguió unir a miles de personas.

Me ha gustado el ritmo narrativo, que en ningún momento se me hace pesado, la recreación visual de los partidos y los pequeños detalles en los que se intenta reflejar ese recelo de blancos y negros, como los guardaespaldas del propio Mandela que empiezan con disgusto y acaban jugando juntos un partido de rugby.

Pero sin duda lo mejor de la película es la caracterización casi perfecta de Morgan Freeman de un Nelson Mandela septuagenario y trabajando incansable por defender sus ideas frente a los recelos de los blancos.

Una película con mensaje, altamente recomendable.