Todo demasiado fácil

Las franquicias no acostumbran aguantar mucho, y esta última película centrada en el personaje de Robert Ludlum no es una excepción. Todos parecen cansados y los guionistas (el mismo Paul Greengrass y el debutante Christopher Rouse, editor premiado con un Oscar® para The Bourne Ultimatum) muy lejos del nivel que se requiere para exprimir hasta el final un limón ya bien exprimido.

Como es el caso de muchas películas, tengo la impresión que una buena parte del presupuesto (120 millones de dólares) se fundiera en los efectos especiales y en los stunts, en lugar de dedicar una buena parte para pagar a los guionistas. Y yo diría que hasta para los efectos especiales faltó algo de dinero, dado que algunos efectos digitales de postproducción son muy visibles y no muy logrados. Yo personalmente estoy bastante harto de coches que se persiguen circulando en contra dirección sin provocar daños mayores, de malos que al final son buenos y buenos que son malos... En suma, esta cuarta y me temo no última entrega de Bourne es un pastiche que reúne elementos de las tres primeras, previsible hasta en los detalles, con actores cansados (Tommy Lee Jones) y/o inadecuados para el papel (¿de verdad con 28 años se puede ambicionar a ser directora de la CIA?). Hasta la guapísima danesa Alicia Vikander, expléndida en The Danish Girl, espectacular en Ex Machina, perfecta en A Royal Affair, aquí se desluce, no muy convencida por el papel, pero seguramente seducida por el dinero que se le ofreció. Ella misma definió la película como un "popcorn franchise movie" (The Independent, <http://www.independent.co.uk/arts-entertainment/films/features/alicia-vikander-interview-oscar-winner-talks-jason-bourne-setting-up-her-own-production-company-a7158336.html>), y eso es. Ni Greengrass, ni ella, ni Jones consiguen resuscitar la franquicia moribunda.