La peste del hombre blanco
Sin spoilers
La película, tres horas y media que para nada se hacen largas, nos muestra como el hombre blanco, en este caso americano, pero bien podría ser español, inglés, francés, se cree el amo del mundo y elimina, sin piedad, ni respeto, a cualquier otro tipo de raza, cultura, originaria de la madre tierra que les fue entregada, la base de su existencia, en este caso la nación india Osage, para su propio beneficio, para el crecimiento de lo que ellos llamaban Nuevo Mundo, Prosperidad. Un genocidio en toda regla. Martin Scorsese, en un trabajo cinematográfico excelente, te lleva, a que vivas en propia piel, parece que estés allí, que lo puedas tocar, a un lugar donde se enterraba a un pueblo que vivía en paz con la naturaleza hasta que empezó a fluir la célula cancerígena del piel blanca: el dinero. Y con él el alcohol, la ambición y la locura. Robert de Niro y Leonardo Dicarpio hacen que todo esto sea posible con una actuación sublime. El resto de actores, en un trabajo de primerísimo nivel, acaban de dar forma a esta obra de arte.
Crítica eCartelera
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Críticas de los usuarios
Kemp
La película, tres horas y media que para nada se hacen largas, nos muestra como el hombre blanco, en este caso americano, pero bien podría ser español, inglés, francés, se cree el amo del mundo y elimina, sin piedad, ni respeto, a cualquier otro tipo de raza, cultura, originaria de la madre tierra que les fue entregada, la base de su existencia, en ...Leer más
Críticas de los medios
The Guardian
Una película absolutamente absorbente, una historia que Scorsese ve como la historia secreta del poder americano, una epidemia de violencia oculta que contamina la base de agua de la humanidad.
The Hollywood Reporter
La duración de tres horas y media está completamente justificada en una tragedia en aumento que nunca pierde su agarre; una sórdida ilustración del borrado histórico que hace eco en el juego actual de amargas divisiones políticas.
Variety
Estilísticamente, se siente como la película de un hombre joven. Es fascinante desde el principio, la tensión palpable hace eco metódicamente con la marca estable de Robbie Robertson. Pero sigue y sigue hasta que todos los que nos importan están muertos, muriéndose o tras las rejas, con casi una hora aún por delante.