Pastiche sin sentido

¿Cuál es el cine que más triunfa en la taquilla mundial en estos momentos? Con honrosas excepciones, las grandes franquicias de películas interconectadas, el cine de superhéroes y las épicas fantásticas "de marca". Todos los grandes estudios, y en especial Warner Bros., han enfocado sus estrategias comerciales a la creación de sagas con potencial para fidelizar a la audiencia y generar múltiples capítulos, pero ninguna ha conseguido calar en el público como Marvel.

Cuesta pensar que Warner, que sobrevive gracias a DC y Harry Potter, pensase de verdad en algún momento que una relectura moderna del mito de Camelot podría funcionar, sobre todo después del batacazo de 'Pan: Viaje a Nunca Jamás' y 'La leyenda de Tarzán', dos proyectos tan desorbitada y absurdamente caros como el que nos ocupa. Pero ahí está 'Rey Arturo', estrenada en España ¡tres meses después que en Estados Unidos!, la crónica de un fracaso anunciado, y el ejemplo de por qué los estudios deberían dejar de obsesionarse tanto por las sagas, y centrarse simplemente en hacer buenas películas.

No hay por donde coger 'Rey Arturo: La leyenda de Excálibur'. Se trata de un pastiche de 'El señor de los anillos' y 'Juego de Tronos' con aire a videojuego que convierte el mito artúrico en un blockbuster de fantasía saturado de efectos digitales y acción frenética con el que Guy Ritchie intenta, en vano, reinventar esta figura literaria para la audiencia moderna. Para ello, el director pasa la épica de espada y brujería por el filtro de su cine gamberro, con diálogos rápidos, violencia a puñetazos y su característico montaje vertiginoso. Pero el resultado no es ni original ni refrescante, sino confuso, incoherente y artificial.

Lo único que se salva de la película es su protagonista, Charlie Hunnam, un actor muy capaz, aunque haya tenido muy mala suerte en Hollywood, y quizá también el (desaprovechado) antagonista, interpretado por Jude Law. Sin embargo, los personajes no son lo suficientemente interesantes como para salvar a la película de hundirse en la pirotecnia absurda, en la acción mareante y ensordecedora, o en la confusión tonal. 'Rey Arturo' quiere ser varias películas a la vez y no se decide por una, dando lugar a uno de los mayores quiero y no puedo del año.