Un, dos, tres,... FLEX!

Seguramente la palabra que mejor defina a esta entrega es aburrimiento. No es que no tenga ingredientes que la hagan un tanto especial, un poco, no nos pasemos, pero en general nos encontramos ante una película floja y con grandes faltas de personalidad. Los flashbacks mal planteados e integrados, la falta de giros, y que se palpe el culpable desde el minuto 1, hacen que la película carezca de interés.

Lo mejor, Gillian Anderson, que nos ofrece una sobreactuación fantástica, de lo más memorable de la película. Es una pena que con tanto talento en pantalla, en especial en el apartado femenino, todo resulte tan artificial. El espectador no llega a preocuparse por nadie, le da igual el asesinato y el personaje principal carece del suficiente carisma para resultar interesante.

Seguramente uno de los grandes fallos sea no conocer al fallecido, que quizá en las páginas de un libro de igual, pero en una película quizá si se necesite.