
Regreso al pasado
Sin spoilers
Si algo funciona, ¿para qué cambiar? Esa parece ser la máxima de Disney en sus proyectos a gran escala. Una vez tomada la medida al público, el estudio no suele asimilar el cambio. Por lo tanto no es ninguna sorpresa que el primer episodio de 'Star Wars' gestado bajo su supervisión -envuelta en un halo de secretismo que no pudo evitar filtraciones decisivas- irradie un aroma extremadamente parecido a las películas que formaron a millones de fans.
J.J. Abrams ha jugado a lo seguro, siendo su mayor riesgo haber aceptado el trabajo de dirigir y guionizar una de las producciones más esperadas de la historia del cine. Labor de la que ha salido airoso sin aprovechar la oportunidad de dejar patente su sello. Ya que una vez más, y más que nunca, no puede evitar dejar la sensación de que prefiere imitar el estilo de otros realizadores antes de aplicar el suyo propio. En este caso ni siquiera se disimula la intención de inferir directamente a los episodios originales, y en concreto al primero de todos, con el que arrancó esa fiebre galáctica. Y precisamente de ese febril estado de exaltación de los seguidores hambrientos de nostalgia se ha aprovechado el guion co-escrito por Abrams.
El carisma de los nuevos personajes, incrementado por el gran trabajo de los actores recién incorporados -destacando al muy desaprovechado Oscar Isaac como Poe Dameron-, es el factor más positivo de este "homenaje" que, al igual que ocurre a veces con 'Los Simpson', hace que te plantees en qué punto se encuentra la frontera entre el recuerdo y la copia descarada. Pero la mayor alegría, y la decisión obvia por parte de Disney es haber tomado como referente a los productos originales. Aunque este regreso no ha tenido toda la fuerza con la que podría haber golpeado, un director-guionista con verdadera personalidad puede hacer maravillas tras este arranque. Y Rian Johnson puede cumplir a la perfección con esa tarea, antes de que Colin Trevorrow llegue para hacer lo mismo que ha hecho con 'Jurassic World', es decir, lo mismo que ha hecho aquí Abrams, jugar con sentimientos ya vividos sin un gran esfuerzo por manufacturar nuevas emociones.
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