Amor y muerte

Si el cine de Allen aborrece a gran parte del público por tratar siempre de temas de relaciones de pareja, la urbanidad, la contemporaneidad en la que se sitúan sus películas, aquí tenemos una historia que le da un aire nuevo, más dinámico que nunca.

Pocas comedias consiguen hacer reír en cada escena, para mí, ni siquiera "Annie Hall" lo consigue. Pero esta obra maestra lo consigue y con creces. Con todo del humor alocado pero inteligente de sus primeras películas, "La última noche de Boris Grushenko" es su sublimación. Un cóctel divertido de historia, aventura, filosofía, amor, muerte... la película lo abarca todo (incluso un homenaje a "El séptimo sello" de Bergman).

Hay dos partes claramente diferenciadas: la primera, en la que se presenta a Boris, su amor secreto por su prima Sonja, y el resto de personajes, y la evolución de todos ellos desde el primer conflicto bélico con los franceses hasta que Grushenko, convertido de cobarde a héroe sin mover un solo dedo, consigue revelar su amor. La segunda parte comienza con la difícil vida matrimonial de los dos protagonistas, pero pronto subirá la intensidad cuando se propongan asesinar al mismísimo Napoleón para terminar una segunda guerra.

Un poco al estilo "Malditos Bastardos", Allen reescribe la historia inmiscuyéndose él mismo en ella. Cada secuencia contiene un chiste único, irrepetible, aprovechando las múltiples posibilidades que la trama ofrece para mostrarnos una nueva visión del cine de época, sazonado con el humor y el surrealismo alleniano.

En mi opinión esta película está infravalorada, bien sea por estrenarse cuando el genio de Brooklyn todavía no tenía suficiente renombre, o bien porque el éxito de Annie Hall eclipsa su magnífico cine anterior, que es talento en bruto. Es una película que absorbe gracias a sus ocurrencias, apta para todos los gustos, en la que vemos a Allen, como posteriormente haría en "El sueño sexual de una noche de verano", fuera de la contemporaneidad de su tiempo, sus grandes ciudades, sus psicoanálisis, para situar a este desvalido personaje en pleno auge de la literatura rusa.