El perfecto héroe americano

Steven Spielberg vuelve a emplear en esta cinta su vertiente más seria (la misma que demostró con "La lista de Schindler" o "El color púrpura"). Sus ansias de representar al presidente americano más querido de la historia hacen que busque la minuciosidad de un tema tan amplio que es incapaz de llevarse a cabo fielmente durante dos horas y media de película. Porque en realidad, y a pesar de su complejidad y meticulosidad, no nos muestra ni la mitad de todo lo que aconteció realmente en ese periodo histórico en el que el director nos ha querido introducir, pues ni se exponen los hechos que desataron la Guerra Civil, ni siquiera se trata con demasiada profundidad el asesinato del presidente, relegándolo casi a un suceso anecdótico.

El principal problema del relato es su evidente parcialidad. Lincoln es representado como un auténtico héroe sin vicio alguno, que se expresa con una perfecta y magnánima jerga política. Todos sus defectos, entre los que se incluye la corrupción para seguir adelante con una enmienda que aboliría la esclavitud, son transformados en actos necesarios y honrosos para su persona. Ni se habla de los beneficios económicos que traería dicha medida, ni ningún otro tipo de asunto que "manchara" su nombre, como el rumor de su homosexualidad.

La dirección es simplemente correcta, de manual, casi puramente convencional, sin riesgos. La trama transcurre lenta y solemne, a un ritmo casi más de televisión que de cine. Por el contrario, las interpretaciones son admirables, en especial la de Daniel Day-Lewis en el papel protagonista, con la que aspira a ser el primer actor en lograr tres premios de la Academia en la categoría de Actor Principal. Day-Lewis está bien acompañado por Tommy Lee Jones, Sally Field y el resto de personajes secundarios, los cuales tienen un importante y repartido peso en la historia.

Cuenta además con una estupenda ambientación pero con una algo decepcionante banda sonora, teniendo en cuenta que ha sido compuesta por el maestro John Williams. El resto se limita a que el espectador juzgue, como suele pasar con la Historia, si los hechos son verdaderos o falsos, o si han sido positivos o negativos. Recalco que tanto el personaje de Lincoln como el interpretado por Lee Jones se representan increíblemente bondadosos, sin ningún tipo de contrapartida negativa. Sin embargo, la propia Historia siempre se ha encargado de recordarnos que los héroes no existen. Del modo en el que nos lo cuentan , sería obvio por qué es tan idolatrado el decimosexto presidente entre la mayoría de los estadounidenses, e incomprensible por qué es por algunos considerado como un tirano, ya que por lo visto, era un hombre sin fallos. "Lincoln" es una película que nos intenta enganchar a la imagen idílica de su mayor héroe.