El arte que tiene Belén Rueda de correr con tacones.

Es una cosa increíble, digna de destacar. Con cuarenta y tantos y con tacones pero sin embargo se echa tres o cuatro carreras en la película que ya les gustaría a algunos poder hacerlo. Me gustaría ir por orden, pero se me hace realmente difícil, ya que si bien la película no traiciona 'los principios', las señas por las que se identifica, fidelidad al guión y nada de giros finales que invaliden mediante la absurdez lo presenciado en los noventa minutos anteriores, - sino que es más el desenlace confirma gran parte de lo visto previamente, - los compases más cercanos al final, sobre todo ese giro brutal como ya digo próximo a las inmediaciones del desenlace pecan de una falta de raciocinio absoluta, que reafirman la ineptitud y la impotencia de las películas españolas de encumbrarse en un ambiente de finales en los que los protagonistas se dejen llevar y se rijan por actos que respondan a la racionalidad presupuesta a cualquier tipo de mente, en vez de decantarse por una resolución que va ligada a los llamativas pinceladas sobrenaturales de la película, que a su vez se convierten en la insignia de la misma, por encima de la intriga y de unos actos lógicos por parte de unos personajes. Me voy a tratar de explicar con ejemplos.

spoiler

- Cuando a Julia el asesino le hace el té. Si bien hay que admitir que los momentos en los que la buena actriz se hace pasar por ciega cuando en realidad puede ver son de lo más inquietantes y el terror invade tu cuerpo de una manera fulminante cuando mira fijamente a la protagonista mientras supuestamente está llamando al doctor; verdaderamente acojonante, pero ¿y ese momento de cuando le puede tirar perfectamente ese té abrasador a la cara sin que él no pueda reaccionar de algún modo en vez de cambiar las tazas. Por ejemplo. Y no se habrá hecho así, me temo, porque sería algo complicado rodar esa escena, me parece, y en vez de eso se aboga por alimentar ese cliché de lo de los ojos y de lo representativo de cada acto para así tratar de calmar el juicio que es como si saltara en la silla, lanzando una protesta. Pero no, a mí no me convence.

Al igual que tampoco que el asesino sea ese, ni una opción, ni la otra, ni el vecino, ni el cuidador, al que cuando se le ve muerto de esa forma da hasta pena, pena por él y por Julia, ya que imaginarse que así Julia podría rehacer su vida de una manera tan maravillosa. Bien es verdad que es un giro que nada tiene que ver con lo critico anteriormente, pero no sé por qué exactamente, pero no me ha gustado para nada.

Con todo, es una película buena que se deja ver con gusto, bien rodada, con una dirección cuidada y firme, correcta en todo momento.