
LOS "SUSTITUIBLES"
Sin spoilers
He titulado así la crítica, porque podría haber sido interpretada por otros actores y/o dirigida por otros directores. Total, a fin de cuentas los estudios y sus productores, son quienes tienen la última palabra de cómo debe ir el barco de su dinero.
Bruce Willis, con este film demuestra que ya no tiene el gancho de antaño. Que sacándolo de "La Jungla", en la última década, -salvo contadas excepciones- ha dado en la diana.
Su protagonista es una suerte de John Mclane agotado, retirado, cansado, hastiado, taciturno, y lo que es peor, el propio Willis lo parece durante el metraje. Su tercio inicial lo muestra con un grimoso look "cool" de peluquin imposible y piel de muñeco de cera -igual que el resto-.
El otro sustituible, antes de entrar en materia con el film, es el señor Jonathan Mostow. Un director cuyas incursiones en la ciencia ficción, ha sido un quiero y no puedo, o que pena que todo se desinfle con lo bien que había empezado. Como la olvidable Terminator 3 (a excepción de un epílogo soberbio, cuando caen las bombas nucleares, y nada puede evitarse; secuencia amarga y contundente).
Con Los sustitutos, ha vuelto a resultar lo mismo: de una propuesta interesante, estimulante y dada a sacar partido como denuncia de un modelo social a la deriva (el nuestro); declina en detrimento de una acción pueril y un malo (casi) imposible, aderezado con unos efectos especiales ya vistos, a la par que cumplidores. La sociedad de los sustitutos, es un más allá de lo que ahora mismo se fragua, que es ni más ni menos, que el aislamiento del individuo social, en su universo internáutico. A la implantación de un "YO" modélico, fruto de la extrapolación holográfica de nuestro recóndito subconsciente, del que hablara Carl Jung. Unido al nihilismo de Nietzsche, que desprovía al hombre de toda creencia, y por ende, su búsqueda de una nueva conexión de éste en nuevas fuentes redentoras. Hay quienes dicen que ha sido la ciencia, otros que lo religioso es insostenible en los hábitos del siglo XXI. Lo cierto es, que nuestra sociedad, ella solita, ha estigmatizado aquéllo que suene a mediocridad (siéndolo ella en sí misma); expulsado a los individuos de lo tildado "normal y adecuado", y ha hecho del ciberespacio, la televisión y sus modelos perfectos, una forma de escapismo barato, en donde se hallan a gusto unos cuantos.
Los sustitutos es ésa hipérbole de sociedad, y han pasado de conectarse en una red para conocer gente, ligar, comprar, jugar, interactuar; en un espacio finito (su hogar), y en otro infinito (la propia red). Ellos salen a un mundo perfecto, dotado de seres impolutos perfectos, que se han convertido en alter ego o avatares, de quienes los controlan desde un sillón sedentario e inoperante, mientras se deterioran en despojos de los humanos que un día fueron. Son las pilas (o cerebro) de un ente mejor. Y, denota, cuánta influencia soterrada hay del universo Matrix.
La voluntad de la que hablara Schopenhauer, deviene aquí más en una representación del mundo, que no una acción real del mismo.
Mostow, pierde una oportunidad (como realizador interesante) de dotar a su film de un poso metafísico, lleno de reminiscencias a tantos pensadores y escritores (caso de Philip K. Dick); de lanzar un dardo de hacia dónde estamos yendo en nuestra supuesta sociedad "evolucionada" y, marcar patrones de la futura ciencia ficción inteligente del cine; quedándose en la superficie (como en los casos de Yo, Robot y la también reciente Gamer). Mírese el caso de la estupenda y recomendable Moon. Una pena.
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