
Espíritu Sundance
Sin spoilers
Entre 2010 y 2014, el nombre de Alfonso Gómez-Rejón ha ido asociado al de Ryan Murphy, el creador de 'Glee' y 'American Horror Story', pues en total son ocho los capítulos que ha dirigido de la serie musical y doce de los mejores episodios de las cuatro primeras temporadas de 'AHS'. El director, nacido en una localidad de Texas de la zona fronteriza con México, ya sorprendió a público y crítica en el 2014 con su debut en el largometraje, 'Espera hasta que se haga de noche' (The Town That Dreaded Sundown) remake del título de culto homónimo que dirigió Charles B. Pierce en 1976, cuya traducción en España fue la de 'Terror al anochecer', un pseudo-documental slasher inspirado en los "Crímenes de la Luna Llena" que sacudieron la localidad de Texarkana en 1946. El remake, una de las películas de terror a reivindicar de 2014, hacía una lectura metacinéfila del título original y se caracterizaba por un estilo a la hora de dirigir que ya habíamos podido vislumbrar en los episodios de 'American Horror Story', estilo en el que destacan los travellings circulares y los planos flip over.
Para esta, su segunda película, Gómez-Rejón siguió fiel a su estilo a la hora de filmar pero dejando a un lado el cine de género, presentándonos 'Yo, él y Raquel', una comedia dramática en la que los principales temas a tratar son la muerte y la amistad. Ganadora del Premio del Público y del Gran Premio del Jurado en Sundance, 'Yo, él y Raquel' (parece ser que las distribuidoras españolas siguen con la horrible tónica de traducir títulos, con lo bien que suena en su versión original 'Me and Earl and the Dying Girl') es un canto de amor al cine, el cual es para Greg (Thomas Mann) y Earl (RJ Cyler) la pasión que les lleva a evadirse de la realidad. Una realidad a la que prefieren no hacer frente y con la que se verán las caras cuando la madre de Greg (Connie Britton) haga de intermediaria para que su hijo se disponga a hacerle compañía a su vecina, Raquel (Olivia Cooke), a quien le han diagnosticado leucemia.
Lejos de convertirse en un dramón, la película juega a reírse de las adversidades, de la vida y de sus problemas, en la línea de lo que ya hizo 'Bajo la misma estrella', sólo que cambiando el elemento amoroso por la amistad pura, aspecto que embellece más si cabe una película que contó en su plantilla con un director de fotografía como el gran Chung-hoon Chung, colaborador habitual de Park Chan-wook.
Cuidada al máximo detalle y contada desde el alma, la que algunos podrían catalogar como "la típica película Sundance" es mucho más que eso: es ritmo, es emoción, es felicidad, es tristeza y es angustia. Un carrusel de emociones como pocos hemos visto en una de las que, sin duda, fue una de las películas de su año.
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