
Qué pasará, qué misterio habrá...
Sin spoilers
Álex de la Iglesia, que se curtió en el medio televisivo en espacios como 'El peor programa de la semana' o 'Inocente, inocente', vuelve a poner el foco en el medio catódico para montar un guirigay de padre y muy señor mío con un retrato a veces salvaje, a veces algo inocuo, protagonizado por una turba de personajes nada convencionales (salvo el 'figurante' Pepón Nieto o el regidor Luis Calleja) que, encerrados en un plató durante la grabación de un especial fin de año, se ven obligados a reir, cantar, bailar y aplaudir no cuando se lo pide el cuerpo, sino cuando lo ordena el gran hermano.
De la Iglesia es proclive a la comedia salvaje y a los excesos, sin embargo en 'Mi gran noche' lo mismo tiene momentos que se le escapan de las manos, que se queda algo corto (y soso) en otros tantos. Lo mejor, sin duda, ese sicario demencial encarnado por un impagable Jaime Ordóñez -quien ya apuntaba maneras en 'Las brujas de Zugarramurdi'- , así como los careos entre un Raphael muy metido en su papel de villano de cómic y su inmunde y traidor vástago, Carlos Areces. El resto de tramas -el conflicto laboral de los trabajadores de la cadena, el frasquito de semen, el calavera que sólo quiere sacar pasta de todo el asunto, la comensal gafe- no terminan de explotar o, sencillamente, se quedan un poco a medias.
¿Risas? Sí. ¿Carcajadas? Ya no tanto.
Quedémonos también, para el recuerdo, con uno de los momentos más divertidamente hilarantes, ese playback de Adán (increíble Mario Casas) interpretando el hit 'Bombero'.
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