Del sentido cíclico y el caos de nuestra existencia

Ya no hay duda, estaremos de acuerdo en que Madre! es una de las películas más provocadoras del año. Darren Aronofsky lleva al límite al espectador con un alegórico thriller psicológico que se pregunta por el sentido de la vida mientras explora las sombras de la creación artística, el lado oscuro del éxito, las grietas de las relaciones de pareja o el poder del culto religioso, para en definitiva, y gracias a un reparto en estado de gracia, invitarnos a ser testigos del caos al que está conducida la humanidad. Toda una experiencia sensorial y filosófica que cae también en lo burdo y lo grotesco demasiado a menudo, pero que en su tramo final lejos de perder la cabeza (o de irse de madre, perdón por el codazo) cobra cada vez más sentido y alcanza su verdadero significado. Aunque muchos espectadores pueden sentirse engañados o aturdidos, Aronofsky incurre en ciertos excesos visuales que se sitúan en el límite de lo condenable y por los que resulta entendible se gane enemigos, basta estar atentos al inicio del filme para sospechar que la película no discurre precisamente por términos realistas, sino que se trata de una gigantesca alegoría de la que todos y cada uno de nosotros somos sus personajes.