El título ya lo dice todo

Nunca un título se había asemejado tanto a lo que la película muestra. Mucho ruido y pocas nueces es una obra personal que Joss Whedon llevaba tiempo esperando hacer, es decir, que perfectamente podría haber sido su ópera prima pero finalmente se estrenó después del boom que tuvo Whedon con Los vengadores.

De primeras ver una cinta de Shakespeare adaptada a tiempos actuales es una tarea complicada y arriesgada así que en ese sentido alabo la valentía de Joss. A simple vista tras comenzar mi visionado sentía ver algo similar al Coriolanus de Ralph Fiennes, cinta que no me desagradó en cierto modo y que tenía partes emocionantes gracias al tándem Fiennes-Butler. Sin embargo, de Mucho ruido y pocas nueces apenas puedo sacar nada, su intento de risas se convierten en bostezos y sus convencionalismos no los vence. Los diálogos son lo único novedoso y a la vez me resultan vergonzosos en una cinta que no destacan ni los actores ni siquiera su banda sonora. Menos mal que no es larga pero se me hizo tedioso al ver que pasan los minutos y no sucede nada sorprendente e interesante. Regular.