Nosotros bien, gracias. Y ¿vosotras?

A nosotros no nos pasa nada, debiéramos decir, tras visionar el film. Más bien seria: ¿qué os pasa también a vosotras? O ¿por qué preguntáis tanto?

Sin que la platea fémina vierta sobre mi toda clase de improperios, he de aclarar, que si alguien las deja francamente por los suelos en la película, es su director, Ken Kwapis, y sus guionistas, Marc Silverstein y Abby Kohn; que a su vez adaptaron el libro de Greg Behrendt y Liz Tuccillo.

Ellos, llenan de tópicos las manías de las mujeres por: casarse, la limpieza, la atención sobre ellas, los celos, las inseguridades, la belleza, rencores varios, lo material, golfas desalmadas sedientas de machos, etc.etc. Y lo mejor de todo es, que en el pase que acudí yo, "ellas o sea, vosotras" se reían de lo lindo y, señalaban a la pantalla, como si de un símil de sus vidas se tratase (no todas por supuesto). Me llamó la atención, a la par que no lo entendí. Al igual que los "machotes de turno", les hacía gracia ver a sus clones barrigones, de posaderas pegadas a un sofá y televisor, ingiriendo cerveza y nachos (gente que aún no entiende que Homer Simpson, no es ningún ideal, sino una denuncia frontal en clave de comedia).

Todo ese elenco de actrices, sirven para potenciar más si cabe, un modelo que le hace flaco favor, y que si hubiese sido un producto hecho en España, otro gallo cantaría, aún se oirían los gritos.

Pero, bromas a parte, no deja de tener cierta veracidad grimosa, y usted, él, ella y yo, hayamos conocido en más de una ocasión señoras y señores de aptitudes similares (sin tener esos físicos tan monos, que parece que no, pero hacen que nos despistemos: pon a los nuestros patrios y verás).

De ellas destacar el papel de Jennifer Connelly, que destila en todos sus trabajos, una mezcla de fragilidad, belleza y sensibilidad, enlazada con cierta fuerza y poso trágico; que hace que la mirada del espectador quiera abrazarla. En el caso que nos ocupa, es de todas las protagonistas, aquélla que entiende mejor su postura, de una irrefrenable batalla interna, que lucha por salvar su mundo, auto-engañándose con tal de alcanzar un ideal: casa perfecta,marido perfecto,trabajo perfecto, futuros hijos perfectos...; aún siendo consciente, que su vida hace aguas.

En las antípodas se mueve el personaje de Ginnifer Goodwin, casi en lo paródico, -por no decir que lo avergonzante-, al interpretar a una tía desesperada por tener maromo a su lado, rayando lo histriónico, a la par que repelente. Su fin es ése: tener un novio, vivir con alguien que la aguante (y tiene trabajo el chaval). Todas sus situaciones son exasperantes, forzadas y maniqueas, al buscar la risa fácil de espectador. Al igual que Drew Barrymore, que no parece alejarse de su cliché de ángel de Charlie, en continua pose de anhelo por cualquier fuero, sazonada con el más que visto grupito de amigos gay, dispuestos a echar una mano...

Jennifer Aniston hace de eso, Jennifer Aniston; no es que me caiga mal, al contrario, pero su rol está ya muy sobado. Eterna insatisfecha y dubitativa (como en Friends, pero sin tanta ingenuidad), que posee la mejor pareja de la función (un acertado Ben Affleck), pero..., le puede el sensor incomprensible del matrimonio, teniendo ya, una vida idílica.

Scarlett Johansson, me dio la sensación de estirar los últimos papeles de Woody Allen, (Match Point, Scoop, Vicky-Cristina-Barcelona) y ser la eterna buscona morbosa, que le cuesta bien poco acabar en los catres...

De ellos, destacar a Bradley Cooper, menos resacado y veraz que en "Las Vegas", que se sirve de su partenaire Connelly, para dar a su rol el contrapunto de marido contenido, lleno de insatisfacción, que se siente entre la espada y la pared, con la carga de la culpa. Cuando ambos están juntos, con solo sus expresiones, el espectador intuye sus vidas (estupenda la secuencia que él le confiesa una cosa mientras compran objetos de bricolaje para la casa).

El resto me pareció puro relleno al servicio de otros, y completar un cartel de cuantos más nombres mejor, para así atraer público por doquier, sirviéndose del eterno eslogan de comedia romántica. Llena de tópicos, guión sin ninguna innovación en el terreno, de vehículo para cobrar suculentos cheques. Su póster se asemeja a títulos parecidos como: ¿En qué piensan las mujeres? Cosas que diría con solo mirarla o El último show, entre tantas.

A destacar los sketches que daban pie al inicio de cada nuevo acto, contados por supuesta gente del día a día en cualquier rincón del planeta, cargados de humor, ironía y mala baba. Como el de la aldea africana o las dos chicas gorditas de color, explicando cómo te deja un tío. Lástima que esa frescura no se transmita después al conjunto restante del film.