¿Quién es el más freak de todos ellos?

Recortes de mi vida (Running with scissors) es la primera película dirigida por Ryan Murphy (Nip/Tuck), basada en la novela homónima y pretendidamente autobiográfica del escritor Augusten Burroughs.

Antes de nada, me gustaría aclarar que no he leído nada de Augusten Burroughs (de hecho, no lo había oído en mi vida), y tampoco he visto nunca Nip/Tuck.

Que conste en acta.

Yendo al grano, la película narra la extravagante infancia de un adolescente Augusten Burroughs (Joseph Cross) a partir del divorcio de sus padres, Deirdre (Anette Bening) y Norman (Alec Baldwin). Con graves problemas psicológicos y un bloqueo en su supuesta creatividad, la madre de Augusten intensificará su terapia, hasta el punto que el joven Burroughs terminará por vivir en la propia casa del doctor Finch (Brian Cox), en compañía de sus hijas Natalie (Evan Rachel Wood) y Hope (Gwyneth Paltrow), su esposa Agnes (Jill Clayburgh), y Neil Bookman (Joseph Fiennes), los cuales adolecen, en mayor o menor medida, de variopintos trastornos mentales.

Debo decir que me he reído, y mucho.

Lo cierto es que no sabía lo que iba a ver, y quizá por eso Recortes de mi vida me haya agradado y sorprendido más que al resto del público, que por lo que puede leerse en las críticas era en su mayoría un amplio conocedor de la vida y milagros del escritor. Pero, en fín, a lo que iba. Sin poder comparar la película con la novela original, Recortes de mi vida son casi dos horas de situaciones y personajes absurdos donde los haya, con un guión fresco que enfatiza mucho más la faceta cómica que la dramática, cosa que es de agradecer.

Desde los brotes de cólera de Neil a las lúgubres voces mininas que habitan en la cabeza de Hope, pasando por las proféticas defecaciones del doctor Finch, Recortes de mi vida retrata de manera desenfadada las psiques de todos y cada uno de sus personajes, sin llegar a la pretenciosidad esnobista de los diálogos de Chromophobia, ni a la simplicidad de los caracteres de la, para mí, sobrevalorada Pequeña Miss Sunshine.

Así pues, lo cierto es que la trama no conduce a nada en realidad, y uno tampoco desea que lo haga; como mucho, podemos apreciar cómo la locura carcome a sus personajes lentamente, convirtiendo a unos graciosos dementes en patéticos psicóticos. Y ése es también el punto de vista del joven Augusten Burroughs, el cual toma la decisión de dejar esa parte de su vida atrás y empezar una nueva en New York.

En el aspecto negativo, debo decir que Recortes de mi vida no tiene ningún personaje con el que podamos llegar a simpatizar, si bien la gran mayoría de los actores realizan una muy buena labor y, como ya he dicho antes, su historia no pretende decirnos nada; como mucho, podríamos discernir una sutil crítica a la futilidad de un exceso de confianza en la terapia psicológica y poco más. También debo advertir que la última media hora de película carece prácticamente de comicidad (y de música), por lo que transcurre con una insustancial lentitud en comparación con el resto del film.

Destacar, por otro lado, una magnífica banda sonora, y el delirante poema una monja enfadada, escrito por Neil Bookman.

Divertida y sin pretensiones; al menos, eso creo.