
Las heridas que causan los sueños rotos
Sin spoilers
La película más dura y cruel que conozco, y eso que ni siquiera es bélica. Aronofsky maltrata a sus personajes como ningún otro ha hecho jamás. Su dirección es a veces algo lenta y confusa, sobretodo al principio, pero hay tramos del metraje en el que alcanza un dinamismo tan vertiginoso que impacta en el espectador como un verdadero obús, sobretodo, al final.
Los cuatro protagonistas interpretan personajes arriesgados y cumplen con la misión de darle veracidad máxima, en especial Ellen Burstyn como la señora Goldfarb. La banda sonora de Clint Mansell se ajusta más que ninguna otra al término "música épica". Personalmente, es mi favorita entre la inmensa variedad de obras maestras sonoras que ha dado el cine.
La historia es maravillosamente desagradable. Empieza presentándonos a unos personajes que desarrollan unos sueños y aspiraciones que esperan alcanzar en poco tiempo. De este modo, se nos muestra cómo llegan tan alto como para casi tocar con los dedos el éxito; y cómo acto seguido comienzan un descenso a nivel personal, moral e, incluso, físico, tan bajo que llegan a tocar el fondo más profundo imaginable.
La película critica los sueños rotos que nos genera la televisión o simplemente la ingenuidad, y que mezclan mal con las drogas, elemento principal del film, que absorben como un agujero negro a todos los que se arriman a tocarlas, a cada uno de una manera diferente.
En definitiva, es un buen puñetazo en el estómago, pero una experiencia imprescindible sobre la crudeza de la vida y el consumo de estupefacientes, que nos conducen a los malos senderos que convierten las pesadillas en realidad.
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