
Perfecta para nuestra época
Sin spoilers
A ver, entiéndeme: no es que la película incite a la rebelión civil en tiempos de crisis, pero traza una parábola sobre el poder, la política, los impuestos y la vida que toca certeramente la realidad social que nos ha tocado vivir. A priori, enfrentarse a un mito tan adaptado en la historia del cine como Robin Hood era poco menos que un suicidio, sobre todo con filmes clásicos como los protagonizados por Errol Flynn, Sean Connery e incluso Kevin Costner. No obstante, Scott ha empleado una técnica con bastante aceptación para revitalizar los personajes (y las franquicias) en la actualidad, que es la precuela: vamos a hablar de Robin Hood, pero antes de que se convirtiera en el famoso arquero justiciero del bosque de Sherwood, robando a los más ricos para dárselo a los más pobres, haciendo que el sheriff de Nottingham y el mismísimo Rey Juan acabaran de los nervios. Aunque se ha empleado toda la lírica y épica que requiere el personaje, llegando a grandes cotas de preciosismo, también se ha empleado la truculencia que vimos en las batallas de ?Gladiator?, con ese tenebrismo propio de la ultraviolencia de las batallas. Resulta inevitable retrotraerse al título en el que Crowe interpretaba al general romano Máximo Meridio, sobre todo porque el registro interpretativo del actor viene a ser el mismo, cuando no la dramaturgia del personaje también lo es ?desterrado y condenado a ser un forajido por una injusta decisión del poder?-. Pero en este film también hay mucho de ?El Reino de los Cielos?, en el que un plebeyo se convierte, de la noche a la mañana en un noble y toma posesión de sus dominios para demostrar que cree en la igualdad de todos los hombres y, en un discurso político enardecido, consigue que las masas le aclamen como su salvador. Si encima, casi podíamos situar este film como una continuación cronológica de ?El Reino de los Cielos?, habida cuenta que Ricardo Corazón de León realizó las cruzadas hasta Jerusalem, y Robin Longstridge ?uno de sus arqueros- estuvo con su ejército en el frente? pues ya tenemos el fresco trazado. El ejercicio de documentación del film es realmente impresionante, y se muestra un mundo acorde con la post-edad media y casi el comienzo del renacimiento, replanteándose todas las creencias y mitos seudoreligiosos que hasta entonces habían sido incuestionables. El film comienza cuando Ricardo Corazón de León es asesinado en el asedio de un castillo en Francia: un grupo de sus soldados decide marcharse del frente mientras que uno de sus caballeros conspira con el rey de Francia para invadir Inglaterra. En esa vorágine, Robin y sus amigos se hacen pasar por caballeros y llegan hasta Londres para descubrir cómo su nación está diezmada por los saqueos de los impuestos reales, debilitada por las guerras internas entre los barones y desunida por las intrigas políticas. Un panorama desolador que se torna aún menos agradable cuando el amoral príncipe Juan toma el poder coronándose Rey de Inglaterra.
Uno de los puntos fuertes del film es el trabajo de los actores secundarios, donde podemos destacar a Max Von Sydow, William Hurt, Kevin Durand, Danny Huston, al malvadísimo Mark Strong ?su físico indudablemente le condiciona a hacer perennemente de malo, malísimo- y por supuesto a Cate Blanchett, componiendo a una brillantísima Lady Marian. El fuerte carácter de la rubia de mutante aspecto físico ?capaz de convertirse prácticamente en lo que quiera?- le va al pelo al personaje, que no es una simple niña mona, sino que participa activamente tanto en su propia vida, como en la vida de los que la rodean, separándose notablemente de la concepción machista de la época en la que la mujer únicamente servía para procrear y servir a su marido. En cambio, cuando hablamos del protagonista, de Russell Crowe? la percepción es ambigua: por un lado, el rostro del australiano encaja a la perfección en la bondad y fuerza del personaje, pero el problema es que el registro que tiene es prácticamente el mismo de ?Gladiator?, y eso se le nota demasiado. Visualmente, el film tiene bastantes hallazgos que dotan a la historia de ese reborde casi legendario que requiere el personaje ?recordemos la obsesión de Scott por la fotografía, cuidadísima en todos sus trabajos-, pero la banda sonora de Marc Streitenfeld queda algo pobre. Seguramente alguien como Hans Zimmer habría bordado la partitura, añadiendo notas de grandeza y épica que requiere la historia. No es una mala película, pero podría haberse rematado mucho mejor, haciéndola mucho más imperecedera.
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