El heredero de Stallone

A estas alturas no vamos a descubrir al nuevo action-hero de la industria del entretenimiento. Porque el británico Jason Statham, ex olímpico en saltos de trampolín en Barcelona 92, exmodelo y actor, ha sabido dar un giro maestro a su carrera, convirtiéndose en el referente de las películas de acción. Vale, está claro que no va a ganar un Oscar por este tipo de películas (¿quién sabe? Stallone estuvo nominado al Oscar al mejor guión original y al mejor actor en 1977 por "Rocky"...), pero estos papeles -sobre todo los de la saga "Transporter" y la saga "Crank") le han permitido tener dos grandes mansiones, una en Malibú y otra en Los Angeles, además de codearse con estrellas como Bruce Willis, Schwarzenegger o Jet Li (con quien coincidió en "Los Mercenarios", y volverá a hacerlo en la segunda parte).

Sus dotes atléticas y de combate -es experto en artes marciales combinadas, y domina el Kickboxing- le hacen ideal para este tipo de productos, y las coreografías y secuencias de acción de sus películas son supervisadas por él mismo, dando como resultado una gran espectacularidad. En muchos casos, por encima de lo que estábamos acostumbrados a ver. Cualquier director con un sentido visual más o menos aguzado es capaz de hacer una combinación explosiva con estos elementos, como sucede en la mayoría de sus películas. El rostro de este actor, su hieratismo y su cinismo le han creado además una singular personalidad en este panorama, que tan depauperado estaba: precisamente en "Los Mercenarios" es donde Statham tomaba el justo relevo de los grandes clásicos de este género, con gran crédito para los amantes de este tipo de películas, que ya devoran sus productos.

Bueno, pues esos ávidos espectadores ya pueden pegarse un nuevo festín de peleas, tiros, persecuciones de vértigo y momentos de gran tensión con este nuevo film, que parece estar absoluta y completamente pensado para el lucimiento personal de la estrella Statham: cualquier pretexto es bueno para enseñar músculo, las capacidades acrobáticas y el valor que este hombre es capaz de mostrar en las situaciones más extremas -por ejemplo, en vez de subirse a un vagón de metro por la puerta, cuando se abre... pues nada, es mejor cogerlo en marcha, una vez que se han cerrado las puertas, y subirse al techo mientras va a 70 kms/h-.

Aunque el argumento tiene cierta originalidad -una niña china superdotada es la encargada de memorizar una compleja secuencia numérica que guarda un valioso secreto para el jefe de la mafia asiática, mientras que la mafia rusa se entera del tema y va a por ella y nuestro héroe se topa con la persecución y, salvando a la niña, se ocupa de protegerla de los hombres malos...- las claves dramáticas no encajan demasiado, llegando a resultar francamente increíbles. ¿Por qué un personaje como el de Statham, desesperado, que ha tocado fondo, llega a implicarse de manera tan cercana con una niña a la que ni siquiera conoce? Bueno, en realidad no sé por qué me hago esta pregunta ya que... ¿a quién le importa? Lo que la gente quiere ver es cómo este hombre se deshace de los más peligrosos matones con su habilidad física, y cómo es capaz de, con un irónico gesto en su cara, salvarse (y salvar a la niña, de camino) de las mayores amenazas.

Es cierto, es una película honesta, pero demasiado traída por alfileres. Antes, por lo menos, existían algunos elementos argumentales que justificaban la supervivencia del protagonista, que se veía empujado por las buenas o por las malas a utilizar sus habilidades simplemente para sobrevivir (como en la saga de Rambo). Pero ahora es la bondad, esa que se supone que tienen los hombres más duros debajo de su abultada musculatura, la que hace que se vincule en los casos más peligrosos de la ciudad. Bueno, pues como producto de entretenimiento palomitero, bienvenido sea, pero no le pidamos más, porque no hay más. Y como sucesor de Stallone, es cierto que tiene más recursos que el protagonista de "Rocky", y casi la misma musculatura, además de dominio de las artes marciales... pero quizás me guste tener ese romántico e ingenuo recuerdo del héroe inocentón y algo torpe, más que de un pasadísimo comando de operaciones especiales con rasgos cínicos y cabeza rapada. Porque para cabeza rapada, la de Bruce Willis. Y no le hacen falta tantos músculos...