
Shrek ya no es un ogro, es el nuevo Hamlet
Sin spoilers
Este Shrek ya no tiene que ver nada con el original de la primera película. Aquel ogro irónico, corrosivo, ácido, mordaz y escatológico ha dado paso en esta cuarta de la saga a un pensador trascendente, con problemas tipo Hamlet que le descienden demasiado al mundo de los humanos.
No me ha parecido una mala película, sólo que al perder ya por completo la frescura original (se fue diluyendo poco a poco en las dos anteriores), ha dado paso a un producto de calidad media pero totalmente olvidable.
El guión está lleno de buenas ideas desaprovechadas. El malo, Rupelnosequé es un buen ejemplo. Este Rupelnosequé debería ser mucho más perverso de lo que es, para eso es la mente diabólica de la historia. En este sentido los guionistas pierden una oportunidad de oro cuando nos demuestran el porqué las brujas le tienen tanto miedo al agua. Una buena sesión de efectos especiales hecatómbicos y unas cuantas carcajadas del malvado presidiendo la desintegración de la bruja no hubieran venido mal en lugar de la anodina y brevísima escena que vemos. Al menos hubiera sido algo tremendo que destacar en mitad de la insulsez reinante. Muy buena la idea de la corte de brujas de la que se rodea este Rupel, pero ni son horrorosamente feas ni hacen cosas tan tremendamente terroríficas como deberían dada su condición de brujas.
El tal Rupelnosequé se parece peligrosamente al malo de aquella serie francesa pedante y pesadísima que castigó el final de mi niñez, "Erase una vez el Hombre". Se parece tanto que me extraña que con lo que son los franceses no hayan iniciado pleitos por plagio. ¿Soy el único que se ha dado cuenta?
Buena idea la de encontrarnos al gato con botas convertido en un minino burgués fondón, aunque creo que un buen guionista podía haber sacado más partido y un buen par de chistes corrosivos al respecto.
Y buen golpe visual, quizá el mejor de la película a mi entender, la espectacular aparición de Fiona convertida en Conan el Bárbaro, melena pelirroja al viento.
Muy bueno el inicio. El como nos enseñan que la ídilica, hogareña y ejemplar vida de Shrek puede convertirse en un auténtico coñazo, con perdón, está tan conseguido que cuesta creer que nuestro ogro anhele volver durante toda la película a ese dechado de felicidad aburrida y mediocre en el que había convertido su existencia. Quizás hay está el truco para producir una quinta parte y volver a sacar al ogro de la mediocridad si es que esta cuarta funciona en taquilla.
Hay algo que si escapa a la mediocridad: El 3D está muy aprovechado y en ocasiones llega a ser espectacular, por ejemplo en una de las primerísimas escenas, con la entrada del carruaje de los reyes en el habitáculo de Rupelnosequé.
En resumen, si se va a verla hay que olvidarse de la primera película, si no se va a verla tampoco pasa nada, y eso sí, si uno quiere gastarse el dinero en taquilla, que pague un poco más y se ponga las gafas. El 3D es una de las pocas cosas que la salvan del olvido inmediato.
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